Juan Sheput

Indignación popular y censura

Mientras la presidente Boluarte se convierte en escudera de su ministro

Indignación popular y censura
Juan Sheput
21 de marzo del 2025


Las sociedades siempre tienen un punto de quiebre. Sin embargo, para llegar a ello el tejido social tiene que haber pasado por un conjunto de desafíos, mostrando resistencia, resiliencia y también resignación. Pero siempre se llega a un punto límite. La ola de inseguridad que azota a nuestro país ha probado el temple de nuestra sociedad. Desde pequeños emprendedores hasta propietarios de sólidas empresas de transporte han venido soportando el embate de la criminalidad. Pero toda resistencia tiene un límite. Tuvo que ocurrir un lamentable deceso, por asesinato, para que la sociedad dijera basta. No es la primera vez.  

Hace 33 años Sendero Luminoso cometía una serie de crímenes a nivel nacional. La capital, Lima, era en cierta medida indiferente. Los problemas están en el Sur, decían, refiriéndose a Ayacucho y zonas aledañas. Hasta que la muerte adquirió un rostro conocido en María Elena Moyano. Un 15 de febrero de 1992 fue asesinada la popular lideresa en su distrito, en Villa El Salvador. Y desde allí la cosa cambió. Luego vino una serie de atentados –contra Frecuencia Latina, en la calle Tarata, etc.– pero la unidad ya se había instalado. En setiembre del mismo año fueron capturados los cabecillas del terror.

Paul Flores era un cantante conocido y querido, no solo en el ámbito de la cumbia sino  del espectáculo en general. Murió mientras dormía en el ómnibus que lo trasladaba a otro punto de la jornada nocturna de presentaciones. Las balas de unos miserables sicarios, enviados por extorsionadores, segaron salvajemente esta joven y prometedora vida. Sin embargo Paul  no es el único fallecido por culpa de la extorsión. Antes de él, solo en este año, ya habían perdido la vida por causas violentas 444 peruanos, uno cada cuatro horas, en manos de la criminalidad delincuencial.

El incremento de la criminalidad tiene responsables. Los principales son Dina Boluarte, Gustavo Adrianzén y Juan José Santiváñez. Se quiere justificar la permanencia de Santivañez argumentando que ya van 13 ministros del interior. Ese número sería válido si la presidenta siempre hubiera buscado lo mejor para su sector. Pero no fue así. Eligió a aquel que se pusiera a luchar contra sus enemigos imaginarios, una selección a la inversa. Buscó no al más capaz sino al más funcional a sus deseos. Hay audios, que Santivañez se niega a reconocer. Y peritajes de voz que se negó a hacer. La misma Boluarte señaló en un mensaje que el ministro estaba allí para “botar a los caviares”. ¡Vaya política pública de este gobierno!

La presidenta debería entender que la crisis política se aliviará con su salida. Un refresco en el sector interior es importante, porque es una nueva oportunidad, un cambio de rumbo, que estamos seguros con Santivañez no va a ocurrir. Un ministro sabe que una de sus funciones es ser un fusible: evita así que un problema escale. Es insólito que la presidenta Boluarte se convierta en escudera de su ministro y no al revés. Le deberá algo. Algún día se sabrá qué.

Juan Sheput
21 de marzo del 2025

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