Dante Bobadilla

Histeria y prejuicio

Histeria y prejuicio
Dante Bobadilla
17 de marzo del 2016

Que los jóvenes universitarios sean manipulados por la izquierda no es ninguna novedad. Al contrario, es ya una constante histórica. La juventud es víctima de su falta de conocimientos y del ímpetu de sus hormonas. De modo que no debe llamarnos la atención lo que vemos en las calles en estos días. Lo que sí llama la atención son dos cosas. Primero, que los adultos y los medios se hayan colocado al nivel de los pulpines, luciendo una ceguera absoluta ante la perspectiva histórica y sobre el futuro. Lo segundo es constatar que la izquierda “moderna”, es decir, la izquierda pos terrorista, ha reducido toda su lucha a combatir al fujimorismo. Casi no tienen nada más que ofrecer, salvo oponerse a la minería. Todo lo que fue su modelo político y económico reposa en el relleno sanitario de la historia. El mayor logro de la izquierda pos terrorista es haber edificado una mitología del antifujimorismo a partir del informe de la CVR, y usarlo como Guía Suprema para la acción política, en reemplazo del marxismo-leninismo-maoísmo. Así la izquierda peruana ha transitado del antimperialismo al antifujimorismo. Más allá de eso no existe absolutamente nada en el horizonte de la izquierda.

Corrupción, terrorismo, crímenes de lesa humanidad y crisis económica hubo en el último gobierno de Fernando Belaúnde, y sin embargo Alfredo Barnechea hace cómodamente su campaña a la sombra del recuerdo de ese gobierno. Todo eso y agravado hubo en el primer gobierno de Alan García, y este hace su campaña sin que nadie lo perturbe. El gobierno de Alberto Fujimori acabó con el terrorismo y la crisis económica, se enfrentó a los desastres del peor fenómeno del Niño del siglo, afrontó con éxito la guerra con el Ecuador, reconstruyó la infraestructura del país y diseñó las bases del nuevo Estado que nos ha enrumbado hacía el desarrollo y la reducción de la pobreza; pero nada de eso cuenta porque hubo corrupción y unos crímenes que la izquierda le achaca al gobierno. ¿No es curioso ese balance?

Las críticas y condenas a Keiko no están referidas a ella ni a sus propuestas como candidata sino a “lo que ella representa” en el imaginario de la izquierda. Esto ya es ridículo. Estamos rozando los límites de la patología mental. La verdad es que a estos sectores, la corrupción les interesa un comino, y una prueba es que no han hecho una sola marcha de protesta contra la corrupción del nadinismo gobernante. La verdad es que el antifujimorismo se debe a que Fujimori derrotó a la izquierda en la acción y los depositó en el basurero de la historia. No es más que revanchismo y rencor, encubierto con el eufemismo de “pedagogía de la memoria”. Pero lo más lamentable es que muchos opinólogos caen en el juego de la izquierda por pura pose. ¿O es por algo más?

La mojigatería periodística ha llegado a tal nivel de estulticia que ya no es posible un debate inteligente. No podemos confrontarnos con el imaginario y las emociones que las personas guardan en sus interiores, y mucho menos con el deseo enfermizo de posar como moralista, condenando la corrupción de un solo gobierno que dejó de existir hace 15 años y que tuvo grandes éxitos para el país, como ningún otro. Cansan los refritos que se repiten como la patética y relamida frase: “Keiko no ha deslindado claramente con el gobierno de su padre”. Y lo dicen adoptando cara de inteligentes y aires de gurús de la moral. El periodismo ha caído en un pozo de cretinismo posero y sectario como jamás se vio antes.

El decano de la prensa nacional ha llegado a escribir en un editorial: “Por supuesto que oponerse al fujimorismo es un legítimo derecho de quienes participan en nuestra democracia. Y en este caso, además, se trata de una oposición perfectamente explicable, por los delitos y atropellos que supuso su paso por el poder y que en esta página hemos criticado y seguiremos criticando con convicción”. Deberían estar dispuestos a oponerse con la misma convicción al belaundismo y al aprismo. ¿O no hubo corrupción y crímenes de lesa humanidad en esos gobiernos? Es una lástima que esa sea la actitud de un diario que alguna vez tuvo muchísimo más nivel del que hoy ofrece. Todo este odio mezquino y enfermizo contra el fujimorismo está liderado por la primera dama Nadine Heredia, promotora del movimiento cloacal “No a Keiko”. Me pregunto si esto tiene algo que ver con la complaciente actitud de algunos medios que apoyan estas movilizaciones posando como defensores de la democracia, como si el griterío callejero de masas histéricas fuera epítome de la democracia. No señores, la democracia se sustenta en la libertad para expresar ideas, no para difamar, insultar y amenazar candidatos ni amedrentar instituciones del Estado. Y por último, se sustenta en el voto, no en la tacha. En mis tiempos el periodismo servía para educar, hoy solo es un eco de la histeria callejera.

DANTE BOBADILLA

Fotografía: Roberto Cáceres
Dante Bobadilla
17 de marzo del 2016

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