Carlos Arnillas Denegri

¿Hasta cuándo Sendero Luminoso?

Es hora de acabar con todo rezago de violencia en el país

¿Hasta cuándo Sendero Luminoso?
Carlos Arnillas Denegri
14 de junio del 2018

 

El asesinato de cuatro miembros de la Policía Nacional, así como el ataque a un helicóptero de la Fuerza Armada —que dejó un saldo de seis heridos en el VRAEM— demuestran que Sendero Luminoso sigue vigente y activo, en estrecho pacto con el narcotráfico. Con la muerte de esos cuatro valerosos policías suman 24 las víctimas de la Fuerza Armada y Policía Nacional que han sido abatidos en las regiones de Huancavelica y Ayacucho durante los dos últimos años, y sin que el gobierno ponga coto a esta situación.

El Ejecutivo se mantiene dubitativo, sin decidirse a emplear todo el poder que la Constitución le confiere para actuar frontalmente contra estos grupos sediciosos alzados en armas. Debería ordenar la anulación de los circuitos de transporte de los insumos y de la droga procesada, que motivan gran parte de la violencia delictiva que hoy se vive en el país.

Muchas de las bases, como Pichari, no cuentan con el suficiente apoyo logístico para llevar a cabo estas operaciones. Algunas de ellas tienen sus grupos electrógenos inoperativos por falta de mantenimiento y de recursos económicos, quedándose en tinieblas y a merced de los narcoterroristas durante las noches, mientras que en las diferentes reparticiones del Estado se malgasta en banalidades el dinero de todos los peruanos.

Parece que estamos retornando a los ochenta, cuando los gobiernos restaron importancia a los brotes terroristas, permitiendo que Sendero Luminoso y el MRTA desataran en el país el caos y la desesperanza. El Gobierno actual, con esa experiencia, debería reforzar los servicios de inteligencia que los diferentes regímenes, desde Paniagua hasta PPK, han desarticulado. Y esto en complicidad con un Poder Judicial que abrió las cárceles a los terroristas, con la solitaria excepción de Abimael Guzmán, para quien, desde el Congreso hoy algunos reclaman su liberación, y otros lo hacen desde foros nacionales y extranjeros.

Los actos criminales perpetrados en la agreste geografía del VRAEM no son casuales, vienen acompañados por la evolución estratégica de otros movimientos como el grupo terrorista base Mantaro Rojo, que se está infiltrando en el centro y sur del país, protestando contra la minería formal y las últimas medidas económicas adoptadas por el Gobierno. Ese mismo grupo, vinculado a Sendero Luminoso, alienta el paro indefinido anunciado por un sector extremista del magisterio, a partir del 18 de junio próximo. Así lo ha denunciado la ONG Wayna Kuna Perú, que afirma, además, que junto a la base Mantaro Rojo existe otra facción violentista denominada Militarizado Partido Comunista del Perú, cuyas acciones se desarrollan en el centro del país, con presencia activa en los conos de la gran Lima.

El Gobierno sabe —pero no llega a reaccionar— que la infiltración subversiva en las marchas de protesta por el cierre del Congreso y a favor de la huelga magisterial se desarrollan en forma concertada con el Movadef, el Conare y el Movimiento Estudiantil Peruano, que opera en las Universidades Federico Villarreal, San Marcos y la Cantuta, tradicionales bastiones del Senderismo durante las tres últimas décadas.

Urge que el actual régimen deje de lado la actitud pasiva y débil que viene exhibiendo en sus últimas intervenciones, y otorgue amplio apoyo a nuestras Fuerzas Armadas y Policía Nacional. Para ello es fundamental que —en coordinación con el Congreso, el Poder judicial y el Ministerio Público— conformen una mesa de trabajo, para diseñar una estrategia Integral que, al igual que en los noventa, permita a nuestras fuerzas del orden y sociedad civil organizada actuar frontalmente contra el terrorismo y el narcotráfico. Ambos están hoy aliados íntimamente, unos para desestabilizar al régimen y los otros para seguir con sus ilícitos negocios de la droga.

Se debe promulgar leyes que amparen a los miembros de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional, hoy desanimados y desprotegidos por nuestra legislación y por algunos jueces y fiscales ideologizados y corruptos, que los enjuician y encarcelan siguiendo oscuros propósitos. Hoy la mayoría de los terroristas andan sueltos, mientras que los miembros de nuestra Fuerza Armada y la PNP soportan largos y tediosos juicios, si es que no están presos o inválidos, olvidados en modestas sillas de rueda.

Es hora de encender las alertas y desaparecer con energía todo rezago de violencia en el país, si los peruanos deseamos vivir en paz, alejados de la pesadilla vivida durante más de tres décadas de terrorismo infame.

 

Carlos Arnillas Denegri
14 de junio del 2018

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