Gratitud naval

La Fuerza de Operaciones Especiales (FOES) de la Marina de Guerra del Perú, en ceremonia especialísima, develó el busto del Vicealmirante Luis Giampietri Rojas, en lugar privilegiado de sus instalaciones en la Base Naval del Callao. Nada más justo que tal ceremonia, en la que se rindió homenaje a un héroe nacional, y en que tanto el Comandante General de la Marina como el Comandante de FOES, en sus intervenciones, resaltaron las grandes virtudes cívicas, navales, políticas, pero sobre todo humanas de Lucho Giampietri como coloquialmente lo llamábamos.

Por mucho tiempo Giampietri perteneció a FOES, con distintas responsabilidades según el grado marino que tenía en cada época, ya que era especialista en inteligencia naval como también en buceo, esta última actividad que mantuvo en la vida civil, ya sin pertenecer al servicio activo de la Marina. El carácter de Giampietri, de gran bonhomía, aunque sin perder el principio de autoridad que siempre ejerció con honor y rectitud, hicieron que fuese apreciado no solo por sus superiores, sus compañeros de promoción y de grado, pero también de quienes estaban a sus órdenes, ya que en todo momento de su vida profesional trató de ser siempre justo.

Luis Giampietri que era chalaco, nacido en Bellavista y residente por muchísimos años en La Punta, entre muchas otras operaciones dificilísimas, participó en el develamiento de la insurrección del penal del Frontón, hace cuatro décadas y hasta su deceso, al igual que sus compañeros de armas, no tuvo tranquilidad, pues injustamente el sistema jurisdiccional de nuestra patria como el de Derechos Humanos de nuestro hemisferio, se ensañaron con ellos y pese al tiempo transcurrido, insólitamente no concluyen los procesos haciendo polvo cósmico del principio constitucional y derecho humano de que los procedimientos penales deben realizarse dentro de plazo razonable.

En la vida civil, el gran peruano homenajeado en FOES, fue regidor municipal. Después ingresó al Congreso en el año 2006 y al mismo tiempo fue vicepresidente de la República durante el segundo gobierno de Alan García Pérez, quien lo designó para que se hiciera cargo de la preparación y conducción de la reunión de APEC que se realizó con muchísimo éxito en nuestra capital, de lo que puede dar fe el autor de esta nota, pues como ministro de Defensa colaboró con ese gran marino.

A Luis Giampietri se le conoce más por su calidad de rehén en la residencia del Embajador del Japón, secuestrado con muchísimas decenas de personas por un comando del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). Mientras Giampietri participaba en acción de inteligencia para recuperar la residencia y liberar a los retenidos en ella, algunos otros con total pérdida de la realidad para no usar términos que se consideren ofensivos, pedían autógrafo al terrorista Serpa Cartolini. Inaudito, por cierto.

La obra “Rehén por siempre” que escribió Giampietri, relatando todas las peripecias en la residencia del embajador de Japón, sirvió para que en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, concluyese favorablemente la tragedia que soportaron los marinos y militares que participaron en la operación Chavín de Huántar, que fueron acusados por los rojos que nunca faltan, de homicidio calificado con los terrucos secuestradores. Con Giampietri y José Williams, entre otros, participamos en el planeamiento y defensa de tales héroes de la patria ante la Corte Interamericana domiciliada en San José de Costa Rica.

Nuestra Marina de Guerra sabe hacer muy bien sus reconocimientos y es grata con sus héroes, manejando tiempos, discursos, himnos y cánticos, para que siempre se pueda decir: ¡Bravo Zulu!, ¡Bravo, Giampietri! pues los símbolos son importantísimos para mantener y elevar la mística de nuestras instituciones armadas.