Mariana de los Ríos

Glamour, gore y grotesco

Reseña crítica de la película “La sustancia”

Glamour, gore y grotesco
Mariana de los Ríos
04 de octubre del 2024


La directora francesa Coralie Fargeat (París, 1976) fue la estrella del Festival de Cannes 2024 con
La sustancia (2024), una película que mezcla horror corporal, sátira social y un crudo análisis de la cosificación femenina. Protagonizada por Demi Moore, La sustancia se ha convertido en un fenómeno mundial, en gran parte por su provocadora narrativa y por el desempeño de Moore en un papel tan desafiante como perturbador.

La película cuenta la historia de Elisabeth Sparkle (Demi Moore), una ex estrella de Hollywood que ahora, en su mediana edad, se dedica a presentar un programa de entrenamiento físico televisivo. Consciente de la inminente pérdida de su relevancia en la industria, Elizabeth recurre a un tratamiento experimental conocido como "La sustancia", una droga que literalmente crea una versión más joven de sí misma. Esta nueva Elisabeth, llamada Sue (interpretada por Margaret Qualley), obtiene el trabajo y la fama que su predecesora está perdiendo. Sin embargo, la convivencia entre ambas versiones de la misma mujer es inquietante y precaria: cada una necesita “despertar” y alternarse para existir. Y lo que comienza como una solución a la crisis de envejecimiento de Elisabeth pronto se convierte en una pesadilla. La película avanza hacia un clímax sangriento y grotesco, en el que se desdibuja la línea entre los cuerpos, la identidad y la monstruosidad.

Fargeat utiliza esta historia para criticar la cosificación femenina y la obsesión social con la juventud. La película no rehúye las escenas explícitas, llevando al extremo visual la metáfora del cuerpo femenino como objeto de consumo, especialmente en la industria del entretenimiento. Y uno de los puntos fuertes de La sustancia es la actuación de Demi Moore (Estados Unidos, 1962). En un papel física y emocionalmente exigente, Moore entrega una interpretación que refleja no solo la angustia de una mujer enfrentada al paso del tiempo, sino también su lucha por sobrevivir en un entorno despiadado.

Visualmente, La sustancia tiene momentos impactantes: los planos detalle, tan recurrentes, se concentran en partes del cuerpo —pechos, piernas, ojos— para enfatizar la fragmentación de la identidad femenina. La estética de videoclip, que domina la película, con colores eléctricos y un ritmo frenético, refuerza esa sensación de artificialidad y espectacularización de los cuerpos, recordando constantemente al espectador que lo que ven es una construcción, una mercancía lista para el consumo.

No obstante, La sustancia cae en trampas narrativas y temáticas que limitan su impacto. La crítica a la obsesión por la juventud, aunque pertinente, se desarrolla de manera excesivamente obvia, sin matices, sutilezas ni profundidad. El guion no logra escapar de lo panfletario, llevando su discurso a lugares comunes y estereotipos; en especial con los personajes masculinos, todos dibujados como caricaturas grotescas y planas. El caso más evidente es el del ejecutivo de televisión Harvey (Dennis Quaid), cuya vulgaridad exagerada lo convierte en un villano de manual, incapaz de ofrecer siquiera un atisbo de las estructuras de poder que la película intenta criticar. Aunque es evidente que La sustancia busca exponer el lado más cruel de la industria del espectáculo, su mensaje termina siendo demasiado obvio y simplista.

Además, a medida que avanza la trama, se multiplican los “agujeros de guion” y las situaciones absurdas que rompen con lo verosímil y hasta con la lógica interna de la historia. Y los planos detalle y colores vibrantes, debido a la excesiva duración de la película (dos horas y 20 minutos) acaban produciendo una saturación visual que agota al espectador y diluye el impacto de las secuencias más significativas; como en las escenas finales, de "horror corporal", con su desmesurado despliegue de sangre y vísceras.

A pesar de nuestros reparos, sería injusto descartar por completo el valor de La sustancia como experiencia cinematográfica. Coralie Fargeat demuestra con esta película tener una habilidad indiscutible para crear imágenes poderosas y perturbadoras, y su enfoque visceral del cuerpo femenino aporta una perspectiva fresca dentro del género de horror. La sustancia, con su esquematismo y excesos, tiene momentos de brillantez, especialmente en la manera en que refleja el miedo contemporáneo al envejecimiento y la obsesión por la perfección física.

Mariana de los Ríos
04 de octubre del 2024

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