Arturo Valverde

Generalizaciones

¿Fue el voto por Castillo un voto antilimeño?

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Arturo Valverde
14 de abril del 2021


El resultado de la primera vuelta electoral, en la que el candidato a la presidencia Pedro Castillo ocupó el primer lugar, es considerado por un sector de la opinión pública como el voto de un segmento de nuestro país que se siente “olvidado” respecto a un centralismo en Lima. ¿Hasta qué punto es esto cierto?

Todos aquellos que hemos tenido la oportunidad de conocer de cerca la realidad de nuestros compatriotas que viven en las zonas más alejadas de Lima sabemos que existe mucho por hacer y mejorar con respecto a las condiciones de vida de nuestros hermanos. Únicamente las graves consecuencias de las heladas y el friaje en las zonas altoandinas y algunas zonas de selva son un ejemplo de esa falta de previsión anual.

Sin embargo, no debemos olvidar que Lima no eligió a Elmer Cáceres como gobernador de Arequipa, tampoco a Gregorio Santos como gobernador de Cajamarca ni impuso a Waldo Ríos como gobernador en Áncash; así como nadie más que los propios electores en Lima llevaron a Susana Villarán a la alcaldía de Lima. Esas decisiones, erradas o acertadas, recaen directamente sobre sus electores.

Ahora bien, aunque el proceso de descentralización no sea el más perfecto, debemos recordar que el voto de un compatriota a más de 3500 metros de altura tiene el mismo valor y poder de decisión que el de cualquier ciudadano que viva en Lima. La democracia, cada cinco años, nos otorga a todos nosotros el poder de elegir a nuestras autoridades en las urnas –presidentes, alcaldes y gobernadores–, como lo tendremos dentro de algunos meses, cuando nos toque elegir entre Pedro Castillo o Keiko Fujimori. 

En ese sentido, creo que lo más apropiado para entender ese “olvido” sería explicar y analizar los aciertos y desaciertos de cada una de las regiones. De otro modo, temo que estaríamos generalizando fácilmente el actual contexto de nuestro país. ¿En qué se invirtió su presupuesto regional? ¿Cuáles fueron sus obras? ¿En cuánto redujo la pobreza y la desnutrición?, etc.

En esa misma línea, últimamente parece que se generaliza demasiado; y así como se afirma erradamente que “toda la prensa es tal por cual”, poniendo a todos en el mismo saco, del mismo modo esa generalización alcanza al propio Estado. Al punto en que el actual presidente de la República, Francisco Sagasti, dijo: “Pese a los esfuerzos que estamos haciendo, y el del personal de salud, no ha sido suficiente para bajar los catastróficos efectos de la pandemia en el país. Desgraciadamente, la pandemia ha demostrado que como Estado hemos fallado, el crecimiento económico sostenido que tuvimos durante varios años no se aprovechó para invertir adecuadamente en el sistema de salud pública, el que se encuentra en la actualidad muy débil y fragmentado, con una escasez de recursos humanos que nos está pasando factura" (tomado de la web de Canal N).

Si no se aprovechó ese crecimiento económico para invertir en el sistema de salud pública, deberíamos llamar a quienes sucedieron a Alan García en la presidencia y exigirles que den explicaciones a la nación. Porque entre 2006 y 2011 se presentaron al país un total de 25 nuevos hospitales, y en ese mismo periodo se realizaron cuatro campañas nacionales de vacunación: contra la rubeola, la fiebre amarilla, la hepatitis B y la influenza pandémica AH1N1 (151,000 obras para el Perú, 2011). Por tanto, el Estado no ha fracasado, fracasan los gobiernos por las decisiones de sus gobernantes.

Arturo Valverde
14 de abril del 2021

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