¿Fuerza Popular en el 2026?

El acuerdo entre Fuerza Popular y Perú Libre para elegir al actual Defensor del Pueblo puede ser analizado desde varios ángulos. Desde el romanticismo en la política, el acuerdo entre el fuerzapopularismo y el cerronismo en el Congreso es una traición. No se puede llegar a ningún acuerdo, dicen, no obstante que la política nació para evitar guerras. Desde el otro lado, desde el lado de la política pura, dura y sin ningún sonrojo de ética o moral, el acuerdo entre naranjas y perulibristas tuvo un solo objetivo: el mantenimiento del poder y sacar a los “caviares” de la Defensoría. 

Si hay algo que añadir, debemos decir que Fuerza Popular maneja hoy el Congreso. Y lo maneja en el mejor sentido de la palabra. No por números de votos sino porque tiene capacidad de poner y sacar temas. Pericia política le llaman. La agenda de Fuerza Popular es la agenda del Ejecutivo. Los naranjas han logrado construir un bloque progobierno sin ser vistos como “gobiernistas”. Todo ello asegura que por ahora no habrá choques Ejecutivo-Legislativo. Una paz armada, pero sin armas, y con alta desaprobación en las encuestas.

El problema de Fuerza Popular ya nada tiene que ver con Dina ni con este Gobierno que, dicho sea de paso, no es lo bastante firme para pelear con las fuerzas congresales. El problema en Fuerza Popular está en cómo empieza a gestionar las elecciones presidenciales que se vienen, que –como todo parece indicar– serán en el 2026. 

El problema además no es saber quién será el candidato (todo indica que también podría ser Keiko Fujimori) sino cómo reposicionarse nuevamente en el panorama de la sociología nacional. Representar, representar y representar. ¿Volverá Fuerza Popular a convertirse en la representación de la “derecha popular” y del mundo emprendedor y emergente, o solo apelará a estrategias antiguas (“el cuco del comunismo”) y a la polarización fujimorismo - antifujimorismo ? 

En opinión del suscrito, allí están el gran desafío, el dilema y el problema de los naranjas. Fuerza Popular ha aprendido a dominar bien la gimnasia parlamentaria, pero el detalle es que la agenda parlamentaria no es para nada la agenda nacional y popular. Hay una desconexión profunda entre Congreso y calle. ¿Participarán los fujimoristas de esa desconexión? 

¿Cómo vencer al antifujimorismo? ¿Solo con la apelación a que “no se cometerán” los viejos errores? ¿Representando políticamente al Perú popular, tal como Kast lo acaba de hacer con los chilenos de a pie? Veamos.