Fomentemos el hábito de la lectura

Las evaluaciones censales sobre aprendizajes que desarrolla anualmente el Ministerio de Educación, a través de la Unidad de Medición de la Calidad Educativa (UMC), nos permiten enterarnos sobre las serias limitaciones de los estudiantes de primaria y secundaria en cuanto a sus capacidades de comprensión lectora (español y lengua nativa), matemáticas, ciencia y tecnología. En todas estas materias el común denominador son los bajos resultados, siendo notorio, y por tanto preocupante, el empeoramiento conforme los estudiantes avanzan de grado. Si bien pueden existir muchos factores que lo expliquen, el principal es el aprendizaje y comprensión de la lectura: cuando una persona no sabe leer recorta su creatividad cerebral y restringe su capacidad de procesar información, por lo que no puede razonar con eficiencia. 

Nos encontramos en una época de avances “revolucionarios” en términos de comunicación, con presencia del Internet, las computadoras personales y el ciberespacio, entre otros. Por eso resulta difícil entender los malos resultados mencionados. Ocurre que en los últimos tiempos se ha modificado nuestra forma de vivir, transformando al homo sapiens, producto de la cultura escrita, en homo videns, para quien la palabra está destronada por la imagen. Ahora todo es visualizado, y la naturaleza del hombre ha cambiado por el acto de ver a distancia su forma de vida, enlazándola al video. De modo que la lectura, con sus múltiples virtudes, ha dejado de tener importancia. 

En el transcurrir tecnológico una serie de inventos se han sucedido, pero no todos han afectado la naturaleza humana reduciendo su capacidad de razonamiento como lo hace la televisión. Al respecto Giovanni Sartori afirma que “La radio es el primer gran difusor de comunicaciones; pero un difusor que no menoscaba la naturaleza simbólica del hombre. Ya que, como la radio «habla», difunde siempre cosas dichas con palabras. De modo que libros, periódicos, teléfono, radio son todos ellos –en concordancia– elementos portadores de comunicación lingüística. La ruptura se produce a mediados de nuestro siglo, con la llegada del televisor y de la televisión”. 

A estas alturas cualquier padre de familia entiende que la televisión y la computadora, a diferencia de los instrumentos de comunicación que los han precedido, destruyen más saber y más entendimiento del que transmiten. El problema que subyace tras este hecho es que nuestros niños, al ver la televisión o el celular durante muchas horas, dejan de aprender a leer y escribir; por tanto, su camino hacia el conocimiento y la libertad es cortado lenta y constantemente, afectando la participación activa de su mente, limitando el desarrollo de la creatividad y la imaginación. Actualmente el interés por la lectura ha disminuido tremendamente, empobreciendo la capacidad de entender. Un asunto peligroso en las actuales circunstancias, cuando muchos medios de comunicación, al igual que los decisores de políticas, han optado por la manipulación, el engaño y encubrimiento de la corrupción, trastocando el sentido de vida en colectividad. 

Convencidos de que un país que lee tiene ciudadanos que actúan de manera crítica y toman decisiones certeras, resulta necesario exigir a las instancias responsables, el fomento de la lectura, ubicándola como política de Estado. Sobre todo hoy que la educación transita por el camino de la virtualidad; de modo que los avances tecnológicos sirvan como instrumentos educativos para la realización humana, mas no para su destrucción.