Iván Arenas

¿Existe un “socialismo benévolo”?

El estado de derecho es lo único que garantiza la libertad

¿Existe un “socialismo benévolo”?
Iván Arenas
05 de septiembre del 2023


Un reconocido periodista acaba de hacer un alegato desde su trinchera por un “socialismo benévolo”. No obstante, semejante pedido parece más un
wishful thinking que un aterrizaje forzoso en la realidad. ¿Alguien sabe de algún “socialismo benévolo”?

Cuando le preguntaron a Stèphane Courtois, autor de “El libro negro del comunismo”, de dónde había sacado la escalofriante cifra de los 100 millones de muertos que le achaca al comunismo su primera explicación fue que de una “estimación personal”. Menudo personaje. Puesto que no utilizaré el argumento negrolegendario y facilista de los que odian al comunismo y le atribuyen más de 100 millones de muertos, tampoco me tragaré la absurda e indefinida idea de un “socialismo benévolo” que ni Dios sabe qué es.

Solo en los círculos académicos cubanos de hoy, dicho sea, están apretados todos hasta los dientes por una severa crisis económica. Y entre los católicos de izquierda el “socialismo benévolo” se discute como una alternativa, sin saber exactamente qué significa eso. 

Es fácil separar las aguas entre socialismos benévolos y socialismos malévolos; pero en el fondo, para dilucidar la idea, la respuesta depende de quién dé la respuesta. Por ejemplo, si uno le preguntara a Stalin si su socialismo fue “benévolo”, respondería que acabó con los nazis (“los socialistas malévolos”); y si uno le pregunta a Maduro si su “socialismo” llanero es también lo propio, aseguraría que sí, amén de los millones de venezolanos que caminan por toda la región con hijos al hombro, pidiendo limosna (y uno que otro en el “tren de Aragua”). Es que todo proyecto de socialismo siempre empezó como benévolo para terminar –aprendizaje se le dice– en muertos por hambruna, éxodos masivos, historias de familias destruidas, en fin.

Ese “buenismo” de decir todo y a la vez nada, de ponerte de censor y mensajero para los jóvenes y considerar que basta las palabras para crear la realidad, tan típico del posmodernismo de hoy, es lo que más hace daño y confunde a la discusión racional. El “socialismo benévolo” es cualquier cosa: una idea, una metafísica, un iluminismo más kantiano que marxista. Ni Owen se atrevió a tanto.

¿Qué haremos con la propiedad privada? ¿Qué haremos con los medios de producción? ¿Qué haremos cuando en nombre del “socialismo benévolo” los medios de comunicación sean socializados o se aplique la cultura de la “autocensura”? ¿Qué haremos con los proyectos de Estado-nación? ¿Qué haremos con el mercado?

Uno puede decir “círculo de círculos” o “dodecaedros de dodecaedros”, pero todos sabemos que eso son solo palabras. La realidad no es solo texto, como decían los franceses de Derrida en adelante. Reclamar un “socialismo benévolo”, sobre todo de una persona tan culta y preparada que genera además corriente de opinión en una hinchada que milita en la irracional cultura del antifujimorismo, es solo propio de la izquierda indefinida, tal como lo escribiera el sabio Gustavo Bueno, creador del materialismo filosófico. Desde Aristóteles, quien refutó a su sabio Platón, hay una constante discusión que refuta línea a línea las “bondades” de ese socialismo “benévolo” que ahora ese periodista, nos inocula desde su vitrina, sin ofrecer una pista de su proyecto, pista real, auténtica, material y objetiva.

Por supuesto que yo no creo en los “austriacos”, ni en los anarco capitalistas, ni en los paleo libertarios ni en los objetivistas; todos ellos creen en eso llamado “autodeterminación”, auténtico veneno contra el racionalismo y los valores de la modernidad, y pretenden –como Bakunin, refutado por Marx– aniquilar al Estado, cuando es el estado de derecho es lo único que garantiza la propiedad, por ende la libertad. No defenderé nunca la idea austriaca de que los monopolios son buenos per sé; pero jamás, ni por un momento pequeño, aceptaré, como tantos otros, que hay un “socialismo benévolo” y otro “malévolo”, cuando están cortados con la misma tijera.

Regis Debray decía que por temporadas necesita irse a la Cuba socialista buena de los Castro para librarse del tóxico capitalismo “que todo lo corroe”. Lo que no decía era que se iba de putas a tomar un buen ron.

Iván Arenas
05 de septiembre del 2023

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