Manuel Bernales Alvarado

Evangélicos y poder en América Latina

Un libro de ensayo de obligada lectura

Evangélicos y poder en América Latina
Manuel Bernales Alvarado
30 de octubre del 2018

 

La presentación del libro editado por el Instituto de Estudios Social Cristianos (IESC), que preside Armando Borda, y la Fundación Konrad Adenauer (KAS) del partido CDU alemán, cuyo representante es Sebastián Grundberger, se realizó ante más de trescientos invitados en vísperas de la segunda vuelta electoral en el Brasil. José Luis Pérez Guadalupe, teólogo y directivo del IESC, ex ministro del Interior del Gobierno de Humala, abre el libro con un sugerente y centrado ensayo: “¿Políticos evangélicos o evangélicos políticos? Los nuevos modelos de conquista política de los evangélicos”. Un texto que pone en el tapete una visión de estudio comparado empleando, grosso modo, el método de “tipos ideales”, y cubre los casos de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, México, Panamá y el Perú. Hace poco Pérez Guadalupe hizo una importante contribución al estudio del tema: Entre Dios y el César: el impacto político de los evangélicos en el Perú y América Latina.

Todos los autores comparten con el IESC y la KAS un firme compromiso “con los valores de la libertad, la justicia y la solidaridad”, como plataforma ética y política transpartidaria para la realización de sus documentados ensayos. Escuché con suma atención la presentación del libro, ya que entre 1980 y 2006, con un período intermedio corto en nuestro Perú, trabajé en Mesoamérica, con misiones en Cuba y República Dominicana y el Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile y Argentina, además de actividades en la sede de la UNESCO. Por ende comparto, sin entrar en detalles, los planteamientos sobre las realidades que tratan y sus perspectivas; e invito a estudiar los citados libros, que nos ponen al día en un asunto “interméstico” (internacional y doméstico), complejo, dinámico y que casi siempre es visto con sesgos religiosos, políticos, de procesos de poder interno e internacionales. E incluso como parte esencial de estudios geopolítico y estratégicos de la política exterior y del campo militar. Es una de las claves contemporáneas.

Federico Mayor Zaragoza, ex director general de la UNESCO, solía repetir que el siglo XXI será religioso, a contrapelo de visiones del fin de la historia y de las religiones. Max Weber, principalmente, ha teorizado con acierto sobre el rol del protestantismo en la génesis del capitalismo. Amintore Fanfani, notable académico y político fundador de la DC italiana, continuó esa línea de pensamiento, en 1934, entre los estudiosos y políticos con su Catolicismo y protestantismo en la formación histórica del capitalismo.

Ahora se trata no de los cristianos europeos de iglesias reformadas (Alemania, lo que hoy son Suiza, Repúblicas Checa, Eslovaquia, Inglaterra), ni de los cristianos ortodoxos, cuyo papel en Rusia actual es poco conocido, menos aún en otros estados euroasiáticos. Tampoco nos ocupan todas las iglesias cristianas que no sean la católica romana en América Latina y el Caribe. El asunto central es la miríada de iglesias con millones de personas que van ocupando más espacios sociales, culturales, económicos y políticos en nuestras sociedades y Estados. En los años sesenta Johan Galtung, denominó “continente invisible” a las ONG que superaban crecientemente a los organismos internacionales intergubernamentales, muchas de las cuales tenían “ADN” y fisonomía religiosa. Por ahí andan apuntes de sus asignaturas de 1969, en la extinta Escuela Latinoamericana de Ciencia Política y Administración Pública de la FLACSO (con sede única e inicial en Chile).

Gran número de esas ONG de nuestra América morena eran agentes de intervención de iglesias, denominaciones o cultos evangélicos y que Christian Lalive D’Epinay (¡en 1968!) puso sobre el tapete con su obra El refugio de las masas, que eran los “condenados de la tierra” y los “pobres” de las nacientes “teologías de la liberación”, una más teológica y otras más sociopolíticas. Feres-Friburgo también publicó importantes estudios. Dichas iglesias evangélicas crecen por fraccionamiento, un comportamiento observable también en las izquierdas políticas de origen marxista leninista y trotskista. Y también de los partidos demócrata cristianos, de los cuales sobreviven el de Chile, que dio origen a dos partidos, ahora en el espacio de centro derecha; y el del Uruguay, miembro fundador del Frente Amplio de Izquierdas, actualmente en el gobierno.

En América Central, se evidenció otro factor sustantivo: las ONG asistencialistas e iglesias evangélicas principalmente populares fueron sembradas, promovidas y apoyadas por actores de la política de seguridad de los Estados Unidos de América, como elemento clave de maniobra para superar a las “organizaciones de masas” de los partidos comunistas o de tipo leninista-cubanista, si me permiten la expresión, como el FSLN de Nicaragua y el FMLN de El Salvador. Esa maniobra estratégica en los campos psicosocial y político acompañó la estrategia militar de “guerra de baja intensidad” en América Central, Panamá y el Caribe (invasión a Granada), que involucró la ayuda de la URSS y Cuba, de la dictadura argentina y de las Fuerzas Armadas de Honduras y Guatemala. Honduras fue la retaguardia de los revolucionarios sandinistas, salvadoreños y guatemaltecos, y la base de apoyo para las fuerzas contrainsurgentes.

Esas iglesias y las ONG llegaron para quedarse. La pastoral católica y su renovación litúrgica conciliar no ha detenido esa “corrida” que lleva ya dos generaciones. Hay articulaciones con sedes eclesiásticas estadounidenses en varios estados de la Unión, con importantes recursos financieros, materiales y de capacidades, incluidas redes de educación, empresas, radio, TV e Internet, algunas muy flexibles y abiertas de impacto dentro de las comunidades hispanas en los EE.UU. de N.A. y, por ende, en su socialización. O por lo menos simpatías partidistas y sobre políticas públicas.

En una perspectiva civilizatoria y de larga duración, el “catolicismo de cristiandad” y las instituciones de Estados imperiales y coloniales de España y Portugal están en la génesis y formación de nuestras sociedades y Estados. Hay más tiempo desde 1492 a 1821 que entre 1821 y 2018; para el Brasil 1500 a 1822, la monarquía imperial, y desde el 15 de noviembre de 1889 en que, simplificando, despertó República la monarquía de la noche anterior.

Ahora estamos entre la crónica y los ensayos de historia para responder a la pregunta de cuál es el papel de las iglesias evangélicas en la mundialización y el crecimiento de un capitalismo desigual, combinado y periférico en nuestra América, salvo el Brasil y México. El Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO, iniciativa UNESCO, 1967), como antes FLACSO (1957, bajo la égida del buen amigo Atilio Borón), está publicando libros que expresan una sociología crítica con los militantes del socialismo a lo largo del siglo XXI: Bolsonaro, apoyado por evangélicos es el fascismo en Brasil. Añado: también por militares, policías y por el voto de millones hastiados de la corrupción y la debacle partidista.

Ha ganado en los Estados vecinos con el Perú, donde anidan iglesias evangélicas. Sus políticas públicas deben ser de preferente atención para nosotros, porque sus cartas de presentación se apartan de los compromisos internacionales (ley en el Perú) de protección de la Amazonía. En los Estados de la Federación ganaron gobernadores de otros partidos, incluidos un socialista democrático, un comunista y, en Río de Janeiro, un social cristiano, militantemente derechista, con el que Bolsonaro mantiene cercanía. ¡Y que es su partido anterior, en su “migración” por ocho partidos en casi 20 años de diputado! El PT ha perdido en bastiones fundacionales; pero conserva organización, liderazgo y número, factores claves de poder, según Biersted. El voto evangélico abandonó a la ex PT Marina Silva, verde de izquierda. Desde que existe Estado y política, la religión es inseparable del factor humano.

 

Manuel Bernales Alvarado
30 de octubre del 2018

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