Iván Arenas
¡Están matando a Jeanine Añez!
Encarcelada injustamente por el Gobierno comunista boliviano
Jeanine Añez, ex presidente constitucional de Bolivia, se encuentra presa por más de 300 días, víctima de una cruel persecución política orquestada por Evo Morales, el mandamás del Movimiento Al Socialismo, partido que controla, desde la sombra, el Ministerio Público y el Poder Judicial. Jeanine Añez puede morir porque cumple estrictamente una huelga de hambre contra la ilegal e injusta prisión preventiva dispuesto por un Poder Judicial dependiente del gobierno masista, “mientras duren las investigaciones”.
Todo alrededor del caso Añez es una inmensa patraña que no tiene ningún sostén jurídico. Como en los juicios de Moscú, contra Añez se ha creado una narrativa que pretende convertirla en la autora de un “genocidio” y matanzas contra el pueblo boliviano. Todo el calvario de Añez es consecuencia directa del comunismo evista que empezó cuando Morales, en un fraude electoral de tamaño monumental, quiso entronarse en el poder más allá de lo que incluso prometió. Con interpretaciones auténticas de la Constitución hecha por él, Evo le sacó la vuelta a la ley y se presentó a unas elecciones que fueron fraudulentas, según Luis Almagro, entonces secretario de la OEA.
Para acabar con la crisis del fraude electoral, Morales huyó del país y Añez asumió, bajo sucesión republicana, la presidencia boliviana. El comunismo entonces le declaró la guerra a Añez y al gobierno democráticamente constituido, y creó un escenario de violencia y actos terroristas, cercaron La Paz, bloquearon el ingreso de alimentos e incluso pretendieron explotar la planta de Senkata. Frente a esta situación generada por los esbirros de Evo, Bolivia se defendió con la ley, pacificando el país. Es obvio que hubo respuestas duras de las fuerzas del orden, pero todo en el marco de la legítima autoridad del Estado.
Evo Morales y su pandilla causaron la violencia y zozobra en el país, desangraron Bolivia con el fin de derrocar a un gobierno legalmente constituido, como el de Añez. Aquí se acentúa el calvario de la ex presidente. Añez ha sido acusada violaciones de los derechos humanos, matanzas y genocidio, no obstante que no existe ni una sola prueba en su contra. La Fiscalía, brazo de Morales, la ha acusado de sedición, terrorismo y otras cosas, sin ninguna prueba.
Mientras la Fiscalía boliviana inventaba pruebas, solicitaron encarcelar a Añez; cosa que el Poder Judicial aceptó, a pesar de que no existía siquiera alguna razón para ello. Añez se quedó en Bolivia y no se fue como el cobarde Evo, que huyó a Argentina y desde allí dirigió la “resistencia”. Diego García Sayán, que es el relator de las Naciones Unidas para la independencia judicial, hoy de visita en Bolivia, debe asistir a una cita con Añez, solicitada por la familia, la hija y la defensa legal, para explicarle todos los vicios procesales y la puesta en escena de la perversión comunista. En todo caso, veremos cómo actúa García Sayán.
Como en Cuba o Moscú, se pretende convertir a Añez en un monstruo que de ninguna forma es. El yerro de Añez es no haber entendido bien que estaba frente a la inmensidad de la mafia comunista.
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