Andrea Narvaez
Estado profundo
Violencia, escándalos y vandalismo en EE.UU.
Hace unas semanas el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sacó a la luz el famoso escándalo de corrupción bautizado como Obamagate, en el cual se acusa al expresidente Barack Obama de dirigir un Estado paralelo para sabotear la campaña de Donald Trump y favorecer a Hillary Clinton en las elecciones del 2016. La revista estadounidense National Review analiza este caso y da a conocer elementos nuevos e interesantes que refuerzan esta acusación. Incluso se afirma que después de la salida de Obama, esta red de operaciones dentro del Gobierno norteamericano sigue funcionando con el objetivo de desestabilizar la administración Trump.
El senador republicano Ted Cruz declaró acerca de este caso, afirmando que hay evidencia pública sobre el ataque de la administración Obama a sus opositores políticos, mediante la politización del Departamento de Justicia y el uso ilegal de la CIA y el FBI, con el fin de espiar y recabar información a favor de la candidata demócrata.
Todo este escándalo de corrupción se ha visto opacado en los últimos días por dos sucesos que han marcado la agenda periodística. El primero son las protestas violentas en EE.UU. a raíz de la muerte de un ciudadano estadounidense, George Floyd, en manos de un policía en la ciudad de Minneapolis. Las protestas han enfocado sus reclamos en contra del racismo, alegando que la muerte de Floyd se dio porque el policía odiaba a la raza negra. Sin embargo, al margen si el policía tenía alguna aversión racista, lo que se observa es un abuso de poder al momento de la intervención policial.
El otro suceso, que va de la mano con el vandalismo organizado, es la reaparición de un personaje pintoresco autodenominado Anonymous, quien suele aparecer en pleno caos social para alimentar el morbo. Su regreso a las redes causó furor y hasta fue noticia principal en los más importantes medios debido a sus declaraciones misteriosas, que amenazaba con destapes sobre la corrupción policial a raíz de la muerte de George Floyd. Asimismo, este personaje extravagante, con aspecto jokeriano en blanco y negro, publicó una lista de contactos que pertenecían a Jeffrey Epstein, un millonario estadounidense acusado de dirigir una red de explotación sexual de menores, quien se suicidó en la cárcel en noviembre del 2019.
Dentro de la lista de contactos estaban figuras reconocidas como artistas, empresarios y políticos; y entre ellos aparecen Donald Trump y su hija Ivanka. Ya era conocido que Epstein, un personaje oscuro, se codeaba con los personajes de las altas esferas, pero lo curioso fue el énfasis de esta publicación al involucrar al presidente de los Estados Unidos y otras personalidades en la red de pedofilia por el solo hecho de aparecer en la agenda de contactos. Sin embargo, Anonymous tiene una publicación en Twitter del 2013 donde despide afligido a Hugo Chávez con el mensaje: “Hasta la victoria, comandante”. La pregunta que muchos se hacen es: ¿alguien podría tomar en serio las publicaciones de una cuenta anónima que más parece un activista político que un hacker “imparcial”?
Resulta curioso que los anuncios de Anonymous y los mensajes de Obama, aplaudiendo las protestas vandálicas, hayan sido noticias de primera plana, y que el Obamagate haya sido minimizado por los grandes medios. Los rumores de la muy sonada red de pedofilia vinculada a esferas políticas no son nuevos; en el 2016 Wikileaks dio a conocer miles de correos y, entre tantos escándalos políticos, se tejieron rumores parecidos que involucraban a la ex candidata Hillary Clinton y a su círculo de confianza. Más allá de los ruidos en redes sociales, cada vez hay más evidencia sobre el “Deep state” o “Estado profundo”, aquel gobierno a la sombra que mueve los hilos del poder en medio de una cruenta guerra política, mostrando una cara y ocultando otros escándalos que, tarde o temprano, saldrán a la luz.
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