Entre dos polos

Cuatro meses después de las movilizaciones en contra del Gobierno presidido por Manuel Merino, un amplio sector político, que es identificado por la población como “de izquierda”, siente el revés de ese tremendo error político que terminó con la renuncia del expresidente y la lamentable muerte de dos ciudadanos peruanos.

La mayor prueba estaría en el escaso porcentaje de aceptación que tendría uno de sus candidatos, y que corre el riesgo de no pasar la valla electoral, si tomamos por ciertas las encuestas. ¿Qué tienda política los cobijará en el caso de que sus aspiraciones electorales les resulten adversas? ¿Los veremos cambiando el símbolo del martillo por la lampa en una eventual segunda vuelta?

Si se trató de un cálculo político o la lucha por aferrarse al poder que jamás les fue conferido por las urnas, esa decisión ha expuesto más la ineficacia de sus cuadros políticos y técnicos en la conducción de la nación y la administración del Estado. Los resultados son desastrosos. 

Una de las leyes de Newton nos dice que toda acción supone una reacción. En ese sentido, lo que experimenta en estos momentos un gran sector de la izquierda nacional es consecuencia de la fuerza con la que se impusieron para tomar el Estado e imponer su agenda política. 

En su desesperación y la imposibilidad de tapar el sol de su desastre con un dedo, afloran en sus seguidores posiciones antidemocráticas como llegar al extremo de sugerir que un medio televisivo como Willax debería ser clausurado. En realidad, el argumento electoral que pudo representar la adquisición de vacunas y el proceso de vacunación, resultó exponiéndolos de la peor manera; además de la repercusión del destape del Vacunagate. 

Pero el polo de la izquierda parece que atrajo un polo opuesto, que estaría representado por los ciudadanos que no comparten la misma posición en temas que identifican más a los primeros, como el enfoque de género, el gasto de la publicidad estatal, la participación de las organizaciones civiles en la vida política y el lenguaje inclusivo, entre otros. La alternativa política que pudo ocupar el espacio entre ambos polos quedó fuera de carrera electoral por la decisión de un ente electoral, lo que obliga al país a elegir entre uno u otro.

Visto así el panorama, el Perú parece estar entre dos polos: la izquierda que ha demostrado su ineficacia para reducir la pobreza e impulsar el desarrollo social y económico (respetando derechos básicos como la libertad de expresión, y en un marco de tolerancia y respeto al sistema democrático); y la derecha, que a lo largo de la historia de nuestro país ha demostrado que siempre ha terminado gobernando para sus propios intereses y beneficios, y que ha significado siempre la afección a los derechos de los trabajadores. Cualquiera que el imaginario público pueda ubicar en esos dos polos, ¿será capaz de garantizar la tolerancia y el respeto al orden democrático? ¿Podrá garantizar la independencia de las instituciones?