Juan Sheput

Enfrentando la pandemia al estilo medieval

Bloqueando fronteras y encerrando a la gente

Enfrentando la pandemia al estilo medieval
Juan Sheput
15 de abril del 2020


En un reciente artículo publicado en
The New York Times, Donald McNeil recordaba que a lo largo de nuestra historia el mundo ha enfrentado las pandemias de dos maneras: al estilo medieval, bloqueando fronteras, impidiendo el ingreso de barcos a los puertos, encerrando a la gente en sus casas, quemando cadáveres y castigando a los contagiados; y al estilo de la modernidad: reconociendo la agresividad del virus, pero recurriendo a invenciones del siglo XX como los termómetros, la información, las vacunas, la ventilación asistida y el aislamiento selectivo. De la forma como han enfrentado los países a esta epidemia se desprenden las consecuencias de índole económico, educativo, social y, por supuesto, de salud.

Nuestro país ha tenido que recurrir a la metodología medieval porque, simplemente, durante dos meses perdió el tiempo. Como he recordado en otro artículo, tan es así que en las entrevistas que Martín Vizcarra concedió en la primera semana de febrero ni siquiera le dedicó una respuesta sustantiva al coronavirus. Tampoco lo hizo en la ronda de reuniones que sostuvo con los congresistas en varias oportunidades durante ese mes. En lugar de ello él y sus funcionarios solo hablaban de la reforma política y del caso Lava Jato, en tanto vendían nuestras mascarillas sin siquiera haber elevado las alertas de sus sistemas de vigilancia epidemiológica. Los resultados saltaron a la vista. Aparecido el virus tuvo que recurrirse a la brutalidad de la metodología medieval, encerrando de manera drástica a los ciudadanos en sus casas, cancelando reuniones y negocios, decretando toque de queda, organizando un sistema de recojo de cadáveres y cerrando nuestras fronteras, puertos y aeropuertos.

Recurrir a esa modalidad ha generado otras situaciones calamitosas, además de las concernientes a la salud. Ahora hay crisis en el sistema educativo, crisis en la economía, crisis en la sociedad. De ninguna de ellas se puede inferir las consecuencias, pero se puede imaginar que serán muy graves. Así que no es asunto de tratar de culpar al pueblo por los resultados en la pandemia, sino de reconocer con hidalguía que el Gobierno demoró irresponsablemente en reaccionar.

¿La reacción contra la pandemia pudo haber sido de otra manera? Por supuesto que sí. En ese sentido, insisto en que si se está manejando tan mal la pandemia es porque las instituciones en el país no funcionan, y porque el tejido institucional ha sido destruido por Martín Vizcarra. Tenemos un Congreso que en la práctica es inexistente, no hay control político y mucho menos fiscalización. Por otro lado, la red de gobernadores y alcaldes es ninguneada por el presidente luego de utilizarla de  manera artera para sus fines políticos. Y hay un lamentable nivel de sometimiento de la mayoría de la prensa peruana al Gobierno, que ya adquiere ribetes históricos, que contribuye a la ausencia del debate público, al haber censurado –en la práctica– a todo aquel que piense distinto al gobierno.

Si procedemos a analizar a los países que han tenido una mejor respuesta contra la pandemia, podremos observar que la mayoría de ellos que tiene un tejido institucional robusto que ha podido evitar un gran número de muertos y el deterioro de su economía. Allí están Alemania, Suecia y Corea del Sur. Por otro lado, los que tienen una mejor resiliencia –es decir, que están pasando de una situación calamitosa a una esperanzadora– están basados en el debate público y sus instituciones. Tenemos a Francia, España, Italia, Colombia y Argentina, en donde el debate sanitario y económico ha adquirido la misma importancia. Se puede decir que a mejor tejido institucional mejores oportunidades de enfrentar la pandemia y recuperarnos. En los países exitosos hay medios de comunicación críticos y reflexivos, una clase política que entendiendo el problema propone y fiscaliza, órganos de control del Estado y de la sociedad civil que no temen señalar la corrupción y, sobre todo, un alto nivel de tolerancia en el debate público, abriéndose este a todas las vertientes. En el Perú actualmente no hay nada de eso, de allí  que las decisiones del Gobierno devengan en pésimos resultados como consecuencia de la ausencia de contraste previo, y más bien sean tan solo una mera imposición.

Mucho me temo que todo lo que se ha hecho, y sobretodo el sacrificio efectuado por nuestro pueblo, haya sido en vano. A la fecha no hay estadísticas confiables. El Gobierno tiene voceros y medidas pintorescas (como la de multar a los que incumplan el aislamiento social) y ha perdido el respeto de la ciudadanía, que sale a la calle en busca de sustento ante el irrealismo de las medidas gubernamentales. La llegada del invierno puede traer un rebrote del virus que encontrará al país debilitado económicamente y a la ciudadanía en una situación de mayor vulnerabilidad. Ojalá me equivoque.

Juan Sheput
15 de abril del 2020

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