Juan Sheput

En el Perú no hay instituciones

La ausencia de instituciones nos convierte en una república invertebrada

En el Perú no hay instituciones
Juan Sheput
31 de mayo del 2024


Cuando Boris Johnson era ministro de Relaciones Exteriores del Reino Unido y tenía amplias posibilidades de asumir como Primer Ministro, y se temía que su carácter pintoresco llegara a las alturas, un chiste recorría las redacciones británicas: ¿Qué pasaría si 22 chimpancés asumen las diferentes carteras ministeriales del Gobierno de Su Majestad? La respuesta era simple: nada ¿Por qué? Porque en Gran Bretaña no importa quien asuma los ministerios, estos son instituciones, el sistema político funciona y su desempeño está más allá de las personas.

Las instituciones son predecibles, entidades confiables en cuanto a su desenvolvimiento. Son las reglas de juego permanentes en el tiempo. Una institución puede ser la Iglesia o la Mafia, aún más, ambas son estudiadas como ejemplo de tales pues tienen códigos, tradiciones y leyes no escritas, que son respetadas por todos y son el fundamento de su fortaleza.

En el Perú había intentos, muy avanzados, de instituciones. La cancillería, Torre Tagle, era considerada, por su profesionalismo y predictibilidad, a la par de la cancillería brasileña, destacada en el Palacio de Itamaraty. El Ministerio de Economía y la Sunat, a raíz de las reformas de 1992, fueron puntales de nuestro sistema económico y estuvieron encaminadas a ser instituciones, pero desde Humala comenzaron a deteriorarse. En estos días no hay instituciones en el Perú. Hay organizaciones, empresas públicas, sectores con algo de orden, pero no hay instituciones.

Por eso hasta parece una burla o un oxímoron hablar de la institución presidencial y en paralelo defender a Dina Boluarte. No hay una institución como tal a menos que consideren que una regla permanente desde hace cuatro décadas es terminar con serias acusaciones de corrupción. Así es. Una regla permanente en la gestión presidencial es terminar con acusaciones de corrupción. Pero no creo que eso sea lo que defienden ministros cuestionados como Hania Pérez de Cuéllar, Eduardo Arana o el mismo Gustavo Adrianzén. No entienden la dimensión limitada del poder y asumen ser escuderos de Dina Boluarte, sin medir las consecuencias.

La ausencia de instituciones convierte al Perú en una república invertebrada, parafraseando a Ortega y Gasset. De allí el desorden, de allí la “abogadización” del debate, de allí la ausencia de una academia sesuda y objetiva. ¿Esto tiene solución? Por supuesto que sí, pero el primer paso para una solución siempre es entender el problema.

Juan Sheput
31 de mayo del 2024

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