Mariana de los Ríos

El último beso

La peculiar trayectoria de un clásico de la música pop

El último beso
Mariana de los Ríos
10 de enero del 2024


Para muchos peruanos “El último beso” es una canción emblemática de nuestra “nueva ola”, el mayor éxito del grupo Los Doltons. Lamentablemente, como todos los grandes éxitos de Los Doltons, y de la nueva ola peruana en general, “El último beso” en realidad es un
cover, una versión local de una canción exitosa en todo el mundo. Más precisamente podríamos hablar de un cover de cover de cover… un tema con una larga historia de versiones que se inicia en Miami, Estados Unidos.

Cómo sabemos la canción es la historia de un muchacho que, yendo en su auto con su novia, sufre un accidente, en el cual muere su acompañante. El momento más dramático es cuando el joven despierta, poco después del choque, corre a ver a su pareja, que yace agonizante, y solo alcanza a darle un “último beso”. Fue creada por el cantautor norteamericano Wayne Cochran (1939-2017), en 1961, y musicalmente es muy simple: una serie de cuatro acordes (típica del rock and roll, género de moda en esa época), que se repite numerosas veces, sin cambios ni variantes. El arreglo original era también muy sencillo: la canción empieza con un tarola dando el ritmo, a la que se le suman primero el bajo y después el cantante. Solo después de la primera estrofa se unen un coro y los acordes de una guitarra eléctrica. Un arreglo que no llama la atención en sí mismo y que permite al oyente enfocarse en la historia.

Cochran no logró hacer de este tema un gran éxito. En 1964 la canción se volvió a publicar en Texas, pero en una versión del grupo J. Frank Wilson and the Cavaliers. El arreglo era básicamente el mismo, solo un par de tonos más alto, pero esta vez la canción se convirtió en un gran éxito, y permaneció varios meses en el top ten de Estados Unidos, de donde dio el salto a todo el mundo. Pronto se hicieron nuevas versiones en otros países, con la letra traducida a cada idioma. En español hubo varias, como la que hizo el mexicano Omero González, y que tuvo diversos intérpretes; entre ellos el cantante Polo (Leopoldo Sánchez). Musicalmente la versión, aque fue la más exitosa, se mantuvo fiel a las versiones en inglés; pero en la letra, la traducción sufrió algunas modificaciones, que veremos después.

Extrañamente la versión de Los Doltons (de 1966, y que usa la traducción de González) es la menos respetuosa con el arreglo original, pues le hace una serie de radicales cambios, todos ellos para mal. El primero es la introducción de un pequeño texto, recitado por el propio cantante –el recordado César Ichikawa (Lima, 1947)–, en el que se resume la canción: “Esta es la historia de un muchacho que perdió a su amada y ruega al señor se lo lleve para reunirse con ella”. ¿Por qué los peruanos necesitamos esa explicación? ¿En qué momento de la canción el muchacho le pide al señor que se lo lleve?

En todas las versiones previas, como hemos señalado, los instrumentos se van incorporando uno por uno (batería, bajo, guitarra, etc); pero en la de Los Doltons, tras unas pocas notas del bajo, entran simultáneamente el resto de instrumentos: batería, guitarra y un sonoro órgano eléctrico, que no está en ninguna de las versiones previas. En general esta versión es demasiado ruidosa y rockera, con una primera guitarra y un baterista –los primos Walter Bolarte y Fernando Bolarte–empeñados en hacer improvisaciones y fills rocanroleros en cada ocasión que tienen disponible, aunque esos “adornos” estén absolutamente fuera de lugar en una canción con un tema tan triste. Es, juzgándolo imparcialmente, un arreglo bastante “huachafo”, y seguramente por eso fue tan exitoso entre los peruanos. Y hasta se podría decir que marcó ciertas tendencias dentro de nuestras baladas populares; como el uso del órgano eléctrico, que se convirtió en elemento central en el sonido de grupos posteriores (Los Pasteles Verdes, por ejemplo).

Volvamos a las diferencias entre la letra original en inglés y la versión en español. El verso inicial en inglés es “¿Oh, dónde, dónde puede estar mi amada…?, una pregunta retórica acerca de dónde está el cielo. Y que tiene más sentido que la que se hace en español “Por qué se fue y por qué murió? (todos sabemos por qué). En castellano, el accidente es culpa del propio narrador: “Yo manejaba, iba a más de cien… había un letrero de desviación / el cual pasamos sin precaución…”. En inglés se trata de un verdadero accidente: otro auto se detiene de improviso y causa un choque múltiple. Y la letra original tiene dos versos con los que se cierra la historia, increíblemente omitidos en la traducción: “She's gone, even though I hold her tight, / I lost my love, my life, that night”. “Ella se ha ido, aunque la abracé fuertemente / Perdí mi amor, mi vida, esa noche”.

Pero la mayor diferencia es que en inglés hay varias breves y precisas descripciones; como la de los sonidos del choque: “the screaming tires, the busting glass, the painful scream that I heard last”. Ninguna de esas descripciones figura en la traducción, y han sido reemplazadas con rellenos bastante cursis. Por ejemplo, en inglés la joven agonizante solo dice una frase: “Hold me, darling, just a little while”; mientras que en español dice: “Amor, allá te espero donde está el Señor / Él ha querido separarnos hoy / Abrázame fuerte porque me voy". Seguramente esa cursilería mexicana y los excesos rocanroleros de Los Doltons fueron elementos importantes para que “El último beso” se convierta en uno de los mayores éxitos de la “nueva ola” peruana.

Para concluir, no se puede dejar de mencionar la excelente versión de esta canción que hizo en 1999 el grupo norteamericano Pearl Jam. Un retorno a la simpleza y emotividad del original, con toda la fuerza de la voz de Eddie Vedder, uno de los cantantes emblemáticos del grunge y el rock de los años noventa en general.

Mariana de los Ríos
10 de enero del 2024

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