Patricio Katreil

El totalitarismo de la ONU

A propósito del polémico discurso de Javier Milei

El totalitarismo de la ONU
Patricio Katreil
01 de octubre del 2024


El gran discurso del presidente argentino, Javier Milei, en la ONU ha sido un bombazo internacional. Podríamos empezar hablando del coraje que un hombre debe tener para ir a la casa institucional de la ONU y sin pelos en la lengua decirles todas sus verdades. Sin embargo, algo no muy distinto ya había hecho el libertario argentino cuando visitó el Foro de Davos y llamó a todos socialistas. En otras palabras, tener agallas parece no ser algo nuevo en Milei. 

Pero analizando un poco más a fondo el discurso, es remarcable principalmente dos cosas. En primer lugar, la frontal decisión de no acceder a ninguna directriz de la agenda 2030, acusándola de autoritaria y arrogante (como bien diría Hayek). En segunda instancia, de rescatar un pasado noble y fructífero de la ONU, el cual poseía un el ideal clásico del liberalismo, al menos en rasgos macro. 

Recordemos que la ONU se construyó en una etapa posguerras mundiales bajo la idea de asegurar la paz entre las naciones. Compartir un mínimo común de principios que hagan de la guerra un coste demasiado caro.  Incluso que dichos principios amparados por todos en un marco muy general, logren hacer que exista mayor diplomacia y comercio entre las diferentes naciones. Si había un ideal de promover la interacción, pero siempre sin imponer nada al país ajeno. 

En esencia, no deja de ser, un noble ideal. Unirnos por la paz y trabajar en poder primero resolver las discrepancias mediante el diálogo. Así como sucede en todas las relaciones humanas, donde hay comportamiento tácito incorruptible de, primero, procurar conversar y entendernos antes de tomar decisiones radicales que podrían dejar la relación en un punto de no retorno. Sucede en las familias, amistades, comunidades vecinales y demás. Es una idea extrapolada de la vida social. Pero, además, es también la mecánica que todos los estados y en su momento los reinos ejercían. 

Existe un parlamento en los estados de derecho, así como votaciones, referéndums y libertad de prensa. En los antiguos reinos existían centros de debate, peticiones del pueblo, consejeros reales y otros. Es decir, la ONU recogió en sus inicios el comportamiento político heredado de la evolución social de las instituciones. La pregunta es qué pasó. ¿En qué momento se volvió ese leviatán, el cual describe Milei con veracidad y tenacidad? 

Pero más allá de encontrar el momento preciso de forma historiográfica, considero que lo importante es hallar el momento filosófico en que esto cambio, que no es otra cosa que la llegada con fuerza de las ideas, por un lado, estructuralistas (Gran influencia de Francia en este aspecto) y la llamada planificación estatal (básicamente el auge de las ideas postkeynesianas en materia económica).

El estructuralismo pareciera que llegó para quedarse. Es una idea que se puede enmarcar entre un relativismo blando con un componente narrativo centrado en dinámicas de poder sin rostro.  Es decir, esta corriente de pensamiento niega que el humano pueda ser libre realmente o que se pueda autodeterminar en ideas y creencias. 

Por el contrario, piensa que existe un universo cultural que establece formas (estructuras) que son las que moldean y hacen que uno sea como es o actúe de una manera. Si bien es innegable que lo exógeno a nosotros influye, desde la cultura en la que vives hasta el clima, es reduccionista pretender que el humano no puede realizarse a sí mismo y que todo esté preconcebido. 

Esta idea nos puede hacer pensar que, eventualmente, si “los todos poderosos”, “los más inteligentes” o “los más morales” se pusieran de acuerdo en arreglar esas estructuras que moldean la forma de ser de cada persona en sociedad, eventualmente, se podría mejorar notablemente la sociedad. Pues, claro, si la sociedad son únicamente fuerzas invisibles que ejercen poder sobre sus partes, cambiando esas fuerzas invisibles por aquellos aptos para hacerlo, podríamos mejorar toda la existencia. 

En segundo lugar, la ingeniería económica y el retorno del keynesianismo en las últimas décadas han sido el empuje perfecto para que los enemigos de la libertad sigan soñando en reorganizar a la sociedad.  Es evidente que no vivimos en un mundo marxista, al menos no es algo que exista en el primer mundo, pero sí la idea de que la economía depende del estado y los fuertes impulsos de gasto público. Que el mercado falla y que el estado debe arreglar esos errores, no mediante las mejoras legislativas, sino mediante el impulso fiscal y monetario. Por ejemplo, la inflación hoy en día en Europa no suena como problema hasta que es un problema. 

Para concluir, lo importante más allá de encontrar las razones políticas e intereses gubernamentales detrás es reconocer que cada acción se origina en ideas que generan un pensamiento que si es que no se combate puede llegar a hacer, en caso de que sea nocivo, muchísimo mal, tal como lo hace la agenda 2030. Por otro lado, aquellas ideas que han traído prosperidad y paz, hay que defenderlas, pero no antes de entenderlas.

Patricio Katreil
01 de octubre del 2024

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