El retorno de la lampa: Muñoz, Barnechea y el mundo emergente

De una u otra manera se puede decir que el triunfo de Jorge Muñoz como alcalde de Lima en las últimas elecciones ha sido un tsunami. ¿Por qué? Porque pocas veces se ha visto que en pocos días un casi desconocido candidato salte de un dígito de aprobación a ganar la comuna más importante. En todo caso, el fenómeno merece un análisis propio y sin pasiones.

Si al éxito electoral de Muñoz le agregamos que la lampa logró sendas victorias en varios distritos limeños, y obtuvo buenos resultados en varias provincias y regiones a nivel nacional, entonces también podemos hablar del regreso a la lid mayor de Acción Popular, el viejo partido que fundara Fernando Belaunde. Eso es innegable.

No obstante, el análisis no está completo porque faltan algunas precisiones. ¿Cómo así? Si bien con Muñoz la lampa ha avanzado en el protagonismo en el bastión limeño, fue con Alfredo Barnechea en las elecciones presidenciales pasadas que el acciopopulismo se revitalizó. ¿Por qué? Porque Barnechea devolvió el sentido centrista y volvió a llenar de contenido socialdemócrata al olvidado corpus ideológico de la lampa; además retomó la figura de Fernando Belaunde, cuando en Acción Popular se habían olvidado de su herencia (que es un “activo intangible”). Quien diga que la revitalización de un viejo partido se debió solo a los “barnechéveres” se olvida que un político primero habla de ideas y de programas, y que luego viene todo lo demás. Primero son las ideas.

Quizá también habría que precisar otro detalle. Algunos analistas empiezan a decir que es muy pronto para el optimismo alrededor del retorno de Acción Popular a las primeras ligas, y que habría que esperar las gestiones municipales y ver cómo se definen las candidaturas al 2021 para saber si todo no fue solo flor de un día. Sin duda, hay algo de verdad en todo lo anterior. Sin embargo, ¿cómo podría Acción Popular evitar la disolución de su nuevo protagonismo? Quizá uno de los principales problemas de la democracia es que sus partidos nacionales (Acción Popular incluido) es que tienen una casi nula o limitada representatividad real en la sociedad.

¿A qué nos referimos? En las ciencias sociales se suele decir que un partido político representa a un sector de la sociedad y que es una correa de transmisión de sus intereses y demandas. Una de las grandes novedades en el Perú republicano es la consolidación de la denominada sociedad emergente, un mundo popular que adolece hasta hoy de una nítida representación política. Solo para poner un ejemplo: los pequeños y medianos mineros extendidos por todo el Perú, cuyo dinamismo económico y social es absolutamente innegable y que hasta ahora no tienen un partido que exprese sus demandas legítimas, como todo grupo o sector de la sociedad. ¿O solo la Sociedad Nacional de Minería debe tener un “partido” que exprese sus también legítimos intereses?

¿Qué queremos decir con todo aquello? Que solo un discurso articulado e ideológico podría conectar este mundo emergente, que es ancho, ajeno y popular, con un viejo partido como Acción Popular. Y es casi seguro —por lo visto hasta ahora— que Barnechea podría otorgarle un discurso ideológico y programático, y por ende intentar representar a ese mundo emergente, dueño de una cultura económica promercado e “inmediatista”, y que se aterra frente a la enmarañada burocracia.

Por esta razón Barnechea parte con cierta ventaja con respecto a otros posibles candidatos, como Raúl Diez Canseco, porque a diferencia de sus futuros contendores (quizá también el mismo Muñoz) lo que pesa en él es el corpus ideológico que ha sido el verdadero revitalizador de la lampa. ¿Tiene Diez Canseco un discurso para la “toda la minería” o para el mundo popular? Estamos seguros que no.