Martin Santivañez
El Perú y Mundo Libre
La labor humanitaria de Marilú de Cossío de Gonzales Posada

Hace unos años tuve el privilegio de visitar las instalaciones de Mundo Libre, la institución que desde hace 36 años dirige Marilú de Cossío de Gonzales Posada. Fue una de las experiencias más importantes que he tenido desde que regresé a vivir al Perú. Recuerdo que una vez el profesor Rafael Domingo Oslé me dijo, durante una visita a Lima para recibir un doctorado honoris causa, que caminar por las calles de nuestra ciudad había producido en él un sentido de urgencia, la necesidad de no conformarse con el panorama de pobreza y de cambiar las cosas solucionando los problemas. El peligro, me dijo el profesor Domingo, es “que te acostumbres y no te duela la pobreza de tu país”. Pues bien, Marilú nunca se conformó con la pobreza de nuestro país; y en vez de quejarse o diagnosticar los problemas de su entorno, decidió hacer algo para cambiar el mundo y dejarlo mejor de lo que lo encontró.
Y eso ha hecho durante más de treinta años: trabajar por el país día a día, de sol a sol. Ha sido, qué duda cabe, una apuesta por los más indefensos, los niños y jóvenes a los que todos dan la espalda. Esas víctimas ignoradas por una sociedad que prefiere entregarse al relativismo y la frivolidad. Marilú ha sido para esos miles de niños y jóvenes una inspiración, una ayuda eficaz y muchas veces, toda la familia que ellos han conocido.
Nunca me acostumbraré a las miserias del Perú. Recuerdo con frecuencia la conversación que tuve con Rafael Domingo y la uno a mi visita a Mundo Libre, porque Marilú ha construido, piedra sobre piedra, con sangre, sudor y lágrimas, un modelo institucional del que todos los peruanos nos debemos sentir orgullosos. Ella jamás se acostumbró a ver niños destruidos por la droga y la prostitución. Solucionando problemas allí donde se encuentran, miles de niños y jóvenes han sido rescatados de las garras de la miseria moral y hoy tienen un futuro porque ella se rebeló y nadó contra la corriente para salvarlos de un porvenir indigno y oscuro.
¡Qué gran país sería este si hubiese un puñado de mujeres y hombres con el espíritu de la fundadora de Mundo Libre! ¡Cuántas Marilús nos hacen falta para dejar de quejarnos y trabajar por los demás! La caridad siempre es efectiva. Nunca consiste en llorar ante los problemas del país; por el contrario, la mujer o el hombre que viven la caridad, la viven de manera operativa. He aquí un verdadero patriotismo funcional, una peruanidad real y realista, porque combate los vicios y los problemas de los que más lo necesitan.
El Estado no aporta un centavo en esta gran labor social. No importa. Para hacer historia no se necesita del vaivén de la política. Solo hacen falta ángeles que entreguen su vida para regenerar el Perú. Como nuestra Marilú.
Martín Santiváñez Vivanco es Doctor en Derecho por la Universidad de Navarra y miembro correspondiente por el Perú de la Real Academia Española de Ciencias Morales y Políticas.
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