Carlos Adrianzén

El Perú, ese desconocido

Nunca nos hemos acercado al desarrollo económico

El Perú, ese desconocido
Carlos Adrianzén
24 de febrero del 2020


En diecisiete meses, el 28 de julio subsecuente, festejaremos el bicentenario del proceso de independencia política del Perú. El inicio exacto de nuestra historia. La de sus mestizos, migrantes e inmigrantes. Por supuesto, agregar en el estudio de la historia del Perú lo que pasó antes del 28 de julio de 1821 es una práctica conveniente. Sin hacerlo, sin tomarse el trabajo de advertir los componentes previos de la continua mezcla y su consunción –en el Perú y fuera de él– somos especialmente difíciles de entender. Pero no los distraeré más. En estas líneas, solamente abriremos dos interrogantes concretas: ¿qué nos ha pasado –económicamente hablando– desde que apareció el Perú? y ¿qué perfiles dibuja hoy su Economía?

Antes de hacerlo insistiré en puntualizar dos detalles. El primero enfoca la creencia de que somos un país rico. Somos aún una nación muy pobre. Aquel mito inventado por la engañada izquierda local (que somos tan tontos como para ser unos mendigos sentados en un banco de oro), implica una metáfora engañosa y racista. El segundo detalle implica el título de estas líneas: escribo basado, en la medida de lo posible, en cifras. Cifras publicadas y algo de cliometría.

Planteado esto, trataré de esbozar una respuesta propia a la primera interrogante. Considerando que nos independizamos en 1821, que los estimados más serios de crecimiento del PBI per cápita mundial (De Long) para el siglo XIX arrojan una tasa de 1.2% anual; podemos usar cifras propias desde 1900 (Agnus-Maddison et al). Con ello encontramos que nuestra accidentada vida republicana implica una economía de performance magra –episodios extremos afuera– desde la Independencia a los inicios del siglo pasado. Performance continuada desde el 1900 a la fecha por un crecimiento per cápita que se dobla. 

De hecho, dejando fuera creencias populares, entre el 1900 y el año pasado cuatro hallazgos destacan: (1) (Desde entonces) nunca habríamos sido económicamente más grandes que hoy (el PBI peruano se multiplicó en dólares constantes por sesenta veces); (2) Tampoco habríamos sido más ricos (el producto per cápita de peruano en dólares constantes se multiplicó ocho veces; (3) Que nuestra historia económica está repleta de retrocesos pronunciados; donde el producto se comprimió –particularmente en los años ochenta (menos 0.3%) y su imperioso ajuste, en los noventas (menos 1.3%)–; y lo que resulta tremendamente relevante, en perspectiva; (4) Nunca nos acercamos, ni esperanzadoramente, al desarrollo económico. Nuestro índice de Ilarionov, por ejemplo, fluctuó alrededor del magro 12.6%, desde el 1900 a la fecha. En el mejor momento relativo de nuestra economía –cuando nuestro coeficiente de producto por persona, en comparación con los EE.UU., llegó al 20%–lo hizo por efecto colateral de la Gran Depresión norteamericana. 

El cuarto hallazgo nos refiere a algo de lo que no hablamos nunca. (5) Cada año, en forma continua, la distancia entre productos por persona de un peruano y un estadounidense se expande. Desde los US$6,296 constantes de la década 1900-1909, a los US$45,700 de la década 2010-2019. Observando cifras por década, a nadie le debe sorprender que, según el Banco Mundial, nuestro acervo de población internacionalmente migrante bordee el 29% del total de la población. Así las cosas, la segunda interrogante planteada -acerca de los perfiles actuales- implica ponderar fríamente lo que hemos llegado a ser dos siglos después. Y esta interrogante presenta al Perú, como una sorpresa o un gran desconocido, si es que creemos ciegamente en las interpretaciones oficiales sobre por qué no despegamos. 

Es cierto, recientemente –léase: a lo largo de la última década– nuestro producto por habitante crece (2.8%) por encima de una región, que casi no prospera (0.1%). Y que registra apenas el 70% del producto por persona promedio en la región con una debilidad institucional –desde la llegada al poder del prófugo Alejandro Toledo a la fecha- que ha saltado 57 puestos en el ranking de mayor corrupción burocrática global, según Transparencia Internacional.

Es cierto. Hoy consumimos mucho más. Y cada día progresamos en las ofertas de agro exportación, minería o servicios, pero –nótese- lo hacemos a un ritmo largoplacista menor que en registrados en plazas donde se respetan libertades y propiedades. Dado el costo, la calidad y corrupción del manejo del gasto estatal, cada día cerca de un tercio de nuestra gente se escapa al exterior mientras dos tercios conviven en la ilegalidad. El sueño de quienes en 1821 visualizaron una potencia frente al pacífico sudamericano es uno frustrado. 

El Perú nunca se levantó. Si bien registra un tamaño y niveles de vida sustantivamente más altos que los registrados en los días de nuestros tatarabuelos, nunca dejamos de ser una nación pobre. Por más que el reciente índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas nos venda ilusiones, somos país crecientemente lejano de las naciones desarrolladas. Década tras década, nuestra ambición y libertades resultaron sistemáticamente intercambiados por recetas que ofrecían autocomplacencia o comodidad (inoculados de socialismo y mercantilismo). La revisión minuciosa de la historia peruana descubre que incluso nuestros gobiernos de retórica más liberal hubieran contentado a Marx, Prebisch, Riquetti o Mun.

Así, este festivo 2021 ad portas, vivido solo probablemente en medio del fracaso del vizcarrato, puede dibujarnos otra vez un momento ideal para reaccionar. Para cambiar los perfiles prevalecientes hacia ambientes sociales con mayores respetos a las libertades y propiedades de todos los peruanos y quienes nos visiten. Ayudemos a que George Orwell se equivoque esta vez. Que nuestro pasado no escriba otra vez nuestro futuro.

Carlos Adrianzén
24 de febrero del 2020

NOTICIAS RELACIONADAS >

¿Dónde estaríamos hoy?

Columnas

¿Dónde estaríamos hoy?

La mayor parte de las encuestas lo repiten. La actual presidente resul...

11 de diciembre
La herencia de la izquierda

Columnas

La herencia de la izquierda

Algunas veces podemos cerrar los ojos. Dejar de ver lo que no queremos...

04 de diciembre
Disparándonos a los pies

Columnas

Disparándonos a los pies

Nuestro país se caracteriza por persistir disparándose a...

27 de noviembre

COMENTARIOS