Renatto Bautista
El pensamiento de Juan Pablo II: “Reconciliatio et paenitentia”
Un llamado a la coherencia cristiana al perdón y la reconciliación
Al escribir este artículo, inspirado por la figura del Papa Juan Pablo II, no puedo evitar recordar a mi querida amiga Claire Viricel. Ella siempre me motiva a reflexionar a partir de la lectura de múltiples autores, desde su esposo, el intelectual Hugo Neira, pasando por los catedráticos María del Pilar Tello, Walter Robles y Germán Peralta. Hoy, cierro estas reflexiones con la segunda encíclica de Juan Pablo II que he leído: Reconciliatio et Paenitentia.
Esta encíclica trata sobre la reconciliación que todos los creyentes en Cristo debemos alcanzar, evitando quedar atrapados en un pasado dominado por el rencor y el odio. Aunque es cierto que quien actúa mal debe pedir perdón de manera auténtica, independientemente de si esto ocurre o no, la persona afectada no debe albergar rencor, sino perdonar y pedir la reconciliación de esa alma con el Señor.
A continuación, presento tres citas de esta encíclica que considero especialmente relevantes.
La primera se encuentra en la página 13:
"La penitencia está estrechamente unida a la reconciliación, puesto que reconciliarse con Dios, consigo mismo y con los demás presupone superar la ruptura radical del pecado."
El ser humano que, tras pecar, toma conciencia de su falta, debe llevar a cabo una penitencia tanto ante Dios como ante la persona a la que ha ofendido. Como escribe el Patriarca de Roma, la penitencia está directamente vinculada a la reconciliación, entendida como la superación del pecado. Una verdadera reconciliación implica aceptar el mal cometido y comprometerse a no repetirlo.
La segunda cita está en la página 23:
"La parábola del hijo pródigo es, ante todo, la inefable historia del gran amor de un padre -Dios- que ofrece al hijo que vuelve a Él el don de la reconciliación plena."
Durante muchos años no comprendí del todo esta parábola, que resume la bondad inagotable de Dios Padre hacia quienes deciden volver a Él, viviendo de manera coherente con su fe y alejándose del pecado. Este mensaje sigue siendo de vital importancia en nuestra sociedad materialista, donde algunos seres humanos adoran al "dios" del dinero como si fuese la solución a todos los problemas.
Finalmente, la tercera cita se encuentra en la página 131:
"El otro es el principio de la verdad y de la coherencia, por el cual la Iglesia no acepta llamar bien al mal y mal al bien."
Este pasaje destaca cómo la doctrina de la Iglesia no relativiza la moral, un grave problema que ha afectado a Occidente desde mediados del siglo XX. En este sentido, considero que el bien y el mal son como los colores blanco y negro: no hay espacio para medias tintas ni ambigüedades. Afortunadamente, la Iglesia Católica sigue firme en su rechazo a la relativización moral.
Invito a todos los creyentes cristianos a leer la encíclica Reconciliatio et Paenitentia de Juan Pablo II, para profundizar en el valor del perdón y la reconciliación.
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