Hugo Neira

El ninguneo

Una práctica a la vez perezosa y fatal para una sociedad

El ninguneo
Hugo Neira
08 de julio del 2024


El ninguneo es una palabra que nos viene de los mexicanos. Es intraducible en cualquier lengua moderna, porque no se usa en países civilizados. En México, por lo visto, es usual. Lo cual prueba que tanto los mexicanos como los peruanos inventamos nuestra propia barbarie. Octavio Paz cuenta que también lo ningunearon. Y ya había escrito 
El laberinto de la soledad. Pero igual hacían como que no lo había escrito, que no se exhibía en los estantes de las librerías. Porque ningunear es desconocer adrede, ignorar a sabiendas.

Si te ningunean no es que no sepan que vales sino todo lo contrario. Es el homenaje que el vicio rinde a la virtud, pero el vicio sale ganando. Algo ganan en ese recurso barroco, y es que si no te mencionan ni en público ni en privado pues no te leen. Pero los que ningunean sí lo hacen, solapados, en la discreción de la habitación de trabajo, leen en secreto a aquel que denigran, y lo admiran incluso, pero por estrategia de supervivencia, le niegan el reconocimiento. Lo ocultan a sus alumnos, no vaya a ser que lo prefieran. Lo disimulan ante los lectores, si es que escriben. Y en general, ningunear es esconder el talento ajeno, negarle, al maldito que tiene dones y la virtud del esfuerzo, el placer y la justicia del reconocimiento en vida. Esperan su muerte para alabarlo, citarlo e incluso comentar, editar, prologar.

¿Qué es el ninguneo? Una práctica a la vez perezosa y fatal para una sociedad y una cultura. Consiste en volver invisible la obra ajena y de paso al autor. Es pereza, o como decimos, es flojera, permite evitar el trabajo de comentar que, sin embargo, es la esencia misma de la vida académica desde hace más de un milenio. Obviamente, comentar y citar, y hasta invitar al otro, a aquel con el cual no estamos de acuerdo, es en otros lugares civilizados el gesto normal, pero ocurre ahí donde han salido de las tinieblas del sectarismo medieval que aquí cunde y reina. Cuando en una sociedad, la que fuese, se asesina civil y moralmente al incómodo rival, entonces, no hay vida universitaria o académica posible. ¿Se han fijado lo poco o nada que hay de reseñas en nuestros diarios y revistas? Ni la enseñan en los institutos que forman a comunicadores.

Aquí la costumbre es ahorrarse el reconocimiento. Evitar el debate, flojera criolla o vieja táctica, no de estudiosos modernos sino de oidores del siglo XVIII.

Este texto proviene esencialmente de un artículo titulado “Plegaria por un guerrero bondadoso, Javier Tantaleán Arbulú”. Fue publicado en un libro de homenaje, Historia y compromiso por el Perú, publicado por la Universidad Nacional Federico Villarreal, en el 2017.

 

Hugo Neira
08 de julio del 2024

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