Arturo Valverde

El granuja de Chéjov

Los recursos narrativos del escritor ruso (2)

El granuja de Chéjov
Arturo Valverde
27 de noviembre del 2019


El escritor Antón Chéjov (1860-1904) afirmaba que “el arte de escribir consiste en decir mucho con pocas palabras”, resumiendo con esta frase el estilo que caracteriza a sus cuentos y, además, señalando una suerte de camino o guía para otros escritores. Para ejemplificar lo dicho por el autor ruso, podemos tomar como referencia su cuento
Champagne. Relato de un granuja, en el que nos cuenta la historia de Nikolai y su esposa, que aparentemente viven una vida muy aburrida. Un día, los visita una mujer, quien despertará la atención del “granuja” del cuento; es decir, Nikolai.

Lo primero que salta a la vista es el título del cuento. El autor nos presenta dos ideas claras: “Champagne” y “granuja”. Es como recordar dos naipes de una misma baraja. Está demás decir lo importante que puede ser elegir un título apropiado para un cuento, porque dará una primera idea o una idea general del tema que vamos a desarrollar o exponer al lector. La persona que inicia a leer el cuento, se preguntará: ¿Por qué “champagne”? ¿Por qué “granuja”? Ambos separados por el un signo de puntuación, punto seguido. 

En el desarrollo del texto, con brillantez, Chéjov nos presenta en diversas partes del cuento, que se puede decir mucho con pocas palabras, por ejemplo, al describir a Natalia Petrovna, la tía que ha llegado sorpresivamente a su hogar: “Que la huésped contenía pecado, lo comprendí por la sonrisa, por el perfume, por su manera especial de mirar y de mover las pestañas, por el tono en que hablaba con mi esposa, una mujer honesta… No hubo necesidad de que me contara que había abandonado a su marido, que su marido era viejo y déspota, y que ella era buena y alegre. Lo comprendí todo al primer vistazo”.

El autor podría explayarse en describirnos día a día el sufrimiento de Natalia Petrovna al lado de su marido. Incluso, podría apelar al uso de la “anécdota” para reforzar su punto de vista. Es decir, yo como narrador presento al personaje, y luego para reforzar la desgraciada vida que este lleva, cuento una “anécdota” sobre su caso, que me ayude a dejar bien en claro al lector, lo desgraciado que es dicho personaje. Un ejemplo claro es: “Recuerdo una ocasión en que mi mujer y yo celebramos la llegada del Año Nuevo…”, “Mis padres murieron cuando yo era un niño…”

Pero, Chéjov, soluciona el problema en pocas palabras, cuando recurre a una cierta clase de “frase lapidaria”: “No hubo necesidad de que me contara que había abandonado a su marido, que su marido era viejo y déspota, y que ella era buena y alegre. Lo comprendí todo al primer vistazo”. Claro, no hubo necesidad, no hay la necesidad de mayores detalles porque el personaje, Nikolai, ya nos está diciendo que la mujer ha abandonado a su marido, y que ese marido es un viejo y déspota. No necesita decir más. 

Cito otro ejemplo, que es uno de los que más me gusta. El uso de una canción, un poema, de preferencia conocido y popular, que nos ahorre escribir miles de palabras con unos cuantos versos o estrofas, y que refleja un estado de ánimo. Así, por ejemplo, para expresar la atención y el repentino deseo o atracción de Nicolai hacia Natalia Petrovna, escribe: “Mi tía se bebió de un sorbo medio vaso y, cuando mi mujer salió por un momento, dejó de lado las ceremonias y se sopló el vaso entero. Yo me sentí tan embriago por el vino, como por la presencia de la mujer. ¿Recuerdan ustedes la romanza? Ojos negros, ojos apasionados, ojos ardientes y maravillosos, ¡cómo os quiero, cómo os temo!

Chéjov, al recurrir a citar un poema o canción, nos dice más de lo que se podría decir en miles de palabras. Pero, algo importante, no perdamos de vista, la sutileza del engaño, que perfila el carácter del granuja. El granuja, una persona astuta que se vale de artimañas para cometer sus fechorías, pone atención al momento preciso en que nadie lo verá para hacer de las suyas. En esa línea, es lógico que en nuestro relato, pongamos luces en esos aspectos. Si tuviéramos un resaltador o un marcador a la mano, subrayaríamos las siguientes partes: “y, cuando mi mujer salió por un momento”; “Lo comprendí todo al primer vistazo”; “me miraba como solo puede mirar una mujer que no tiene nada en este mundo salvo un marido guapo. Me amaba con locura, como una esclava, y no solo amaba mi hermosura o mi alma, sino también mis defectos…” He subrayado en negrita estos aspectos que, además, van a proporcionar las características psicológicas del “granuja” de Chéjov; un ser soberbio y egoísta, que raya en el narcisismo, “amaba mi hermosura”.

Como decía el escritor, se puede decir mucho con pocas palabras. Al final del relato, podemos darnos cuenta que el título “champagne” y “granuja” tienen una correlación a lo largo del texto, porque el “champagne” o el licor, tendrán un papel fundamental en este “granuja”. 

Como hemos podido ver, en un solo cuento, Chéjov ha recurrido a las “anécdotas” para reforzar aspectos del personaje; describe en la voz del personaje Nikolai, la condición o rasgos de Natalia Petrovna; así como los puntos psicológicos del granuja, en unas cuantas pinceladas literarias. Además, un aspecto que me parece muy acertado, es que el cuento está escrito en primera persona, lo que da un carácter testimonial al relato, en la voz del personaje Nikolai, que nos hace sentir como si “el granuja” abriera las puertas de su intimidad y nos permitiera entrar por unos momentos. Esa es la magia y arte del cuento.

Arturo Valverde
27 de noviembre del 2019

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