Renatto Bautista
El golpe de Estado contra Mauricio
El 27 de noviembre del año 602

Los golpes de Estado son una constante en la historia mundial porque el poder es el bien más codiciado que ha creado la civilización humana. Por el poder, no solo se ha matado a los enemigos, sino que también se ha cegado a los hijos y/o matado hasta la propia familia. "Salvo el poder, lo demás es ilusión" es un viejo adagio que demuestra la frialdad que implica la lucha por obtener el poder. Un terrible ejemplo fue lo sucedido con la vida del emperador Mauricio (539-602), quien fue el máximo soberano del Imperio Romano de Oriente desde el 13 de agosto del año 582, al morir su suegro Tiberio II, hasta el golpe de Estado y decapitación que ocurrió un terrible 27 de noviembre del año 602.
El Emperador Mauricio, por su matrimonio con la princesa Constantina, hija del Emperador Tiberio II, perteneció a la Dinastía Justiniana, cuyo máximo exponente fue el Emperador Justiniano I, quien reconquistó Italia, el noroccidente africano y el sureste de la Península Ibérica para el Imperio oriental. Volviendo a Mauricio, su gobierno tuvo que enfrentar enormes problemas militares que mermaron las arcas del Estado imperial. Hubo una guerra contra Persia que terminó en un tratado de paz donde los persas cedieron la Armenia occidental al Imperio Romano de Oriente. Luego, en el Danubio, detuvieron los avances de ávaros y eslavos, que siempre eran una constante amenaza. Seguidamente, en Italia, creó el Exarcado de Rávena, aunque el Imperio aún tenía el control de la ciudad de Roma. Para frenar los ataques de los lombardos, también se creó el Exarcado de Cartago, que dominaba los territorios del sur de la Península Ibérica, las islas Cerdeña y Córcega, sumado a los enormes esfuerzos militares para mantener el control de la franja del sur de la Península Ibérica, que soportó ataques de los visigodos.
A pesar de tantos frentes de guerra, Mauricio pudo mantener el dominio imperial sobre los extensos territorios del Imperio, pero, como reitero, las arcas estatales estaban casi en la bancarrota. Por ello, en el Danubio, se levantaron las tropas comandadas por el general Focas, quien tomó Constantinopla, capital del Imperio. El célebre historiador sueco Carl Grimberg (1875-1941) afirma que, al triunfar el golpe de Estado el fatídico 27 de noviembre del año 602, el Emperador Focas, antes de ser decapitado, tuvo que presenciar la decapitación de todos sus hijos. Indudablemente, fue un terrible final para el Emperador Mauricio y la Dinastía Justiniana, la mejor de todas las dinastías imperiales en Constantinopla.
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