¿El Gobierno revive a García?

Por el momento, Alan García ha logrado modificar el escenario político dominado por el antifujimorismo y el antiaprismo. Decimos solo por el momento porque el asilo no ha sido admitido oficialmente por el gobierno uruguayo, pero existen altas posibilidades de que así sea. De allí también se haya dicho que si Uruguay acepta el asilo tácitamente se estaría aceptando que el frágil Estado de derecho en el Perú permite la persecución de un sector político, en este caso el aprismo y el fujimorismo.

No obstante que García ha logrado modificar este escenario adverso con una jugada política, el Gobierno de Vizcarra ha quedado en offside cuando el propio presidente indica que no hay una persecución política, pero exige que el fiscal de la Nación, Pedro Chávarry, dé un paso al costado, alterando el equilibrio de poderes. Curiosamente todos los azotes judiciales han sido solo para los adversarios, Keiko Fujimori y Alan García.

A estas alturas es casi una verdad más grande que una cordillera que en el Perú la judicialización de la política y la politización de la justicia vienen siendo organizadas por el Gobierno en alianza con algunos medios de comunicación y poderosas organizaciones ( como IDL). Y el papel vergonzoso de la izquierda caviar merece un juicio solitario. ¿Por qué decimos todo lo anterior? Porque en este contexto, en el que la justicia se ha convertido en una brazo de la política, la respuestas deben ser políticas. Y García dio una respuesta política.

Lo curioso de todo es que ha sido el propio Gobierno de Vizcarra, con su estrategia de judicialización y copamiento de las instituciones, el que le ha dado alas, portadas y titulares, así como una ventana internacional, a un García que tenía más debilidades que fortalezas luego del fracaso de las elecciones del 2016, en las que el líder aprista obtuvo el 5.8% de la votación. Incluso dentro del Partido Aprista, García había perdido su influencia en un gran sector de militantes, no obstante el sincero reconocimiento al líder que los llevó a dos victorias electorales. A ello se debe agregar los líos internos y los magros resultados de las últimas elecciones regionales y locales, en las que la estrella obtuvo apenas un puñado de municipios.

En este contexto, la jugada de Vizcarra, IDL y algunos fiscales ha caído en saco roto porque le permite a García obtener un cerrado apoyo al interior del aprismo y el respaldo del arco fujimorista. Aunque es aventurado indicar que García se convierta en el líder de la oposición, tampoco se debe descartar que aproveche al máximo este momento regalado por el propio Gobierno y sus aliados.

Quizá vale indicar que si el objetivo de fiscales y del IDL no hubiera sido un exceso hoy García tendría cerrado los espacios y su liderazgo e influencia habrían languidecido lentamente. Pero no. Tremendo yerro de Vizcarra y sus amigos.