Carlos Adrianzén

El discreto tránsito

La crisis no debe llevarnos a regímenes totalitarios

El discreto tránsito
Carlos Adrianzén
01 de junio del 2020


En estas líneas les escribiré sobre el discreto tránsito hacia estadios propios de regímenes totalitarios. Tránsito iniciado en la región desde la crisis financiera del 2008 y potenciado a nombre de la lucha contra el Covid-19. Y es que la pandemia inyectada al planeta desde la China ha revivido un cliché del que pocos hablan. Eso de que la lucha contra la pandemia debe estar en manos de la burocracia. Este cliché, enfoquemos, se basa en la creencia de que en situaciones de emergencia los regímenes totalitarios se desempeñan mejor que las democracias. Pero esto no es así. Y la evidencia fresca el virus chino confirma que la receta totalitaria resulta mucho peor que la catástrofe. Aquí vale la pena subrayar que el control estatal de la información –faceta iniciada en nuestro país más de una década atrás– consolida un puente hacia la opresión. 

El Covid-19, ya se está trasladando con una nitidez demoledora a la región y particularmente al Perú. En medio de esta Pandemia nos han llevado –no tan gradualmente– hacia el confinamiento. Vendido como "quedarse en casa", proscribiendo actividades, cerrando fronteras y desacelerando/hundiendo la actividad económica. Tenga en cuenta que esta receta de totalitarismo acelerado, perdón… de lucha contra un enemigo invisible a los ojos humanos, nos golpeará desde muchos frentes. La atención médica, las libertades civiles y derechos políticos hasta la economía y el sistema financiero, comenzando en la escena nacional hasta la global y profundizando la informalidad local. Sus efectos económicos, están en pleno desarrollo y se prevé que serán devastadores (se afecta tanto a la oferta como a la demanda). Ergo, es previsible que la situación económica y financiera de la región profundice su deterioro pre Covid-19 y aceleradamente. 

Importará mucho, si el virus puede ser contenido; si se puede evitar que los problemas de liquidez se conviertan en de solvencia. De hecho, esta suerte de megarrecesión provocada desde la burocracia –con nuestra pasividad– podría provocar quiebras masivas de empresas, extremo desempleo y una grave crisis financiera.

En medio de estos estados de emergencia delirantes resulta importante garantizar que no se materialice un deterioro totalitario en los mecanismos y organismos de supervisión establecidos para garantizar la transparencia y la integridad y, en consecuencia, un aumento de la corrupción burocrática. Resulta también esencial fortalecer la transparencia y la rendición de cuentas, así como el papel de los medios. 

Al sur del Río Grande, con tantas experiencias de abuso de poder –socialista-mercantilista– los temores de los ciudadanos pueden ser usados como catalizadores por aventureros con apetito autoritario. En naciones como el Perú, hoy, el desafío implica como desmontar la combinación de burocracias prostituidas y descapitalizadas y sistemas de salud descapitalizados, con altos niveles de pobreza, desigualdad e informalidad. La vigencia de la democracia se verá amenazada.

Pero, notémoslo. Los antecedentes e inercias recientes pesan. Si bien la pandemia nos ha proporcionado diversos referentes cotidianos sobre el poder curativo de la libertad. En diversas comparaciones (Ver Taiwán-China por ejemplo) resulta posible comparar dos grupos de control en forma de dos sociedades asiáticas: una libre y democrática, la otra bajo el control de una brutal dictadura totalitaria. La totalitaria no solo ha sido devastada por el virus escondiendo verosímilmente estadísticas, sino que también ha propagado el contagio a nuestras costas. Taiwán en cambio libre lo ha derrotado. La lección es clara: Covid-19 creció en el pozo negro de la tiranía comunista china. 

Paralelamente, una comparación entre los efectos del avance de la Pandemia en dos naciones –Perú en cuarentena medieval descapitalizada y Suecia, sin cuarentena) nos arroja señales críticas. Una cae aceleradamente en una grave recesión, la otra no tanto. Las cifras del domingo, publicadas por el Instituto sobre el Coronavirus de la Johns Hopkins University resultaban meridianas. Pero nótese: el primero registraba un número de infectados 3.5 veces mayor al de los suecos; teniendo ratios de fatalidad bastante menores. Respectivamente, 2.8% el Perú y 11.80% Suecia (a pesar de la enorme distancia en sus ingresos per cápita y su calidad institucional). Esto, mientras que los infectados sobre el total de la población resultaban mayores en el país con cuarentena (4.9% Perú) que en el que no aplicaba una cuarentena (0.36% Suecia). 

Nótese aquí que Suecia ha tomado una prueba al 81.1% de la población; en el Perú en cambio, apenas se habrían realizado pruebas diversas al 0.4% de la población

Sí, estimados lectores, al final de todo, esta pandemia es una prueba para el liderazgo. Una mala gestión puede terminar teniendo consecuencias graves. Tendencias hacia el controlismo y la opresión de libertades políticas, económicas e irrespeto a la propiedad privada. Quienes hoy día en el Perú aplican una receta maximizadora de los daños, culpando a la gente, aplicando una cuarentena medieval y descapitalizada y desmontando libertades políticas y económicas, nos quieren contar un cuento. Que ésta solo sería la enésima la crisis global que impacta negativamente a las naciones de la región. Que estas gestiones no pueden hacer otra cosa que profundizar sus grados de totalitarismo marxistoide al estilo cubano o venezolano. Esconden, desde sus medios, funcionarios y voceros incondicionales que no hay otro camino. Pero la responsabilidad del gobierno en los fracasos en los achatamientos epidémicos y recesivos los dejan al descubierto. Y también la escala de la recesión (-15%) y del déficit fiscal ex ante (10%+ del PBI)

Serán pues los retrocesos políticos internos de corte totalitario (mercantilista-socialista) de Vizcarra, Fernández o Maduro, los que maximizarán los efectos negativos de la Pandemia por un periodo indeterminado. La prensa y la burocracia de sus gobiernos, en cambio, apostará por la manirrota receta de la redistribución de la pobreza al estilo cubano-venezolano.

La gran interrogante aquí, dados: (1) los antecedentes de avance marxistoide en la región (2008-2019) y su paralelo declive económico pre Covid-19: así como y (2) el financiamiento global hacia opciones dizque progresistas (léase: regímenes aún más marxistoides), implica preguntarse qué tan rápidamente el control estatal aplicado a nombre del combate al virus consolidará el tránsito hacia naciones aún más empobrecidas y totalitarias a lo largo de la región. No lo olvidemos, Aquí la libertad es el antídoto.

Carlos Adrianzén
01 de junio del 2020

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