El centro, la derecha y la representación del mundo popular

Diversos analistas han empezado a desarrollar la idea de que frente a la debacle de la izquierda en el Gobierno de Castillo, tanto el centro como la derecha deberían construir una propuesta programática o alternativa para salir del laberinto en el que nos encontramos. La idea es bastante atractiva; de alguna manera, hay una parte de verdad en semejante propuesta. No obstante, quizá haya también algo de audacia y temeridad. ¿A qué nos referimos con lo anterior? Lo explico a continuación.

Pretender construir una propuesta programática o alternativa desde el centro y la derecha significa también construir una propuesta de arriba hacia abajo, y no de manera inversa. Es decir, significa solo hacer ciencia política y no sociología. En ese sentido, atendiendo a la buena sociología diremos que en el Perú –en las últimas décadas– se ha desarrollado un mundo popular ancho y ajeno –y en su mayoría informal– que al margen de su crecimiento en la economía –como en la sociedad o la cultura–, no tiene una nítida representación política, ni de izquierda, centro o derecha. He allí una de las primeras tragedias de la gobernabilidad peruana. Los partidos no representan a este mundo popular, ni los nuevos ni los viejos. 

Decir que la derecha o el centro deben construir una alternativa primero antes de otear lo que existe en el mundo popular, es soslayar que los empresarios populares puneños o ese ingente “ejército industrial de reserva” que hoy está en la minería informal y artesanal votó por Castillo no por ser de izquierda ni comunista. Votó por Castillo por razones más poderosas que solo porque la estructura económica no responde; razones como, por ejemplo, el antifujimorismo desarrollado en el terreno cultural por la izquierda académica. 

Vamos a explicarlo de otra forma. El centro y la derecha se equivocan si primero pretenden ser centro y derecha, y luego populares, cuando todo indica que debe ser al revés. La única alternativa real a Castillo, como a todo proyecto colectivista, debe venir desde el mundo plebeyo y popular, donde bullen los mercados populares y hay una cerrada defensa de la familia. Sin embargo, por motivos absolutamente de superestructura, todavía se identifican con Castillo.

En entender bien todo lo anterior está la clave triunfal de un proyecto político que construya una nueva mayoría nacional popular. Decir que el centro o la derecha, solo por ser centro y por ser de derecha serían la alternativa al colectivismo de Castillo es pensar de arriba hacia abajo, y no al revés. En todo caso, miren lo que le pasó al Partido Morado.