Tino Santander
El auge del fascismo
Ánimo autoritario refleja el vacío existencial del pueblo
El fascismo representado por Antauro Humala se caracteriza por su nacionalismo extremo y su vocinglera cruzada anticorrupción. Proclama que fusilará a todos los expresidentes (incluido a su hermano Ollanta), a quienes acusa de deshonestos y traidores a la patria. Los voceros del antaurismo han señalado que al primero que van a ejecutar es a Martín Vizcarra, al que consideran un corrupto y felón al servicio de intereses extranjeros. Además han señalado que van a confiscar los bienes del cartel mediático (El Comercio, La República, RPP, Canal 4, Canal N), porque sus ganancias las habrían obtenido de la publicidad estatal, que sostiene gobiernos corruptos como los de Toledo, García, Humala, PPK y Vizcarra. En el sur los antauristas los motejan como prensa basura al servicio de los corruptos empresarios y políticos.
Esta versión tercermundista del fascismo promueve el predominio de la raza cobriza y el retorno al estatismo del Tawantinsuyo que –según ellos– era regido por el tríptico moral ama sua (no seas ladrón), ama llulla (no seas mentiroso), ama quella (no seas flojo). Los nuevos fachos electos congresistas tienen como agenda liberar a su líder, condenado por el asesinato de policías, y llevarlo a la Presidencia de la República por las buenas (si se puede) o a través de una insurrección popular. Y para este propósito tienen como aliados a los partidos de izquierda, dispersos y sin orientación política; también tienen el apoyo de los movimientos regionales radicalizados contra las cúpulas limeñas.
El Frepap es la versión popular y marginal de los sofisticados sectores conservadores que luchan contra el relativismo moral, el matrimonio homosexual, el aborto y el llamado enfoque de género. Son los pobres del campo y la ciudad que ha encontrado en el milenarismo andino, el colectivismo agrario y la informalidad económica una salida a la pobreza y exclusión social. Además políticamente son impredecibles: debido a su pragmatismo pueden ir a la izquierda o la derecha, de acuerdo a sus intereses cotidianos. Son potenciales aliados del fascismo antaurista y tienen como objetivo político instaurar una república tawantinsuyana regida por valores religiosos.
El espíritu fascista que predomina en la inmensa mayoría popular es producto de la ausencia de las elites peruanas, que han abandonado la conducción del país. Estos sectores tienen una concepción extranjerizante, y lo peruano solo es importante cuando da ganancias u otorga reconocimiento cultural. Este ánimo autoritario también refleja el vacío existencial del pueblo, que anhela orden y reconocimiento social. Lamentablemente, los partidos de izquierda y de derecha no comprenden ni entienden la diversidad de demandas populares, y están atrapados en una sórdida lucha por el poder. Al mismo tiempo, los peruanos perciben que el poder está manejado por cúpulas afincadas en Lima y que controlan los recursos naturales, las empresas de servicios públicos, el sistema bancario (y sus altas tasas de interés), la educación y la salud, que paradójicamente es de la más caras de Latinoamérica.
El huracán fascista recién comienza. Por el momento ha liquidado las normas y valores democráticos. Ahora predominan las ideas absolutas y el mundo para ellos, está dividido en polarizaciones como corruptos y honestos, extranjeros y peruanos, creyentes e impíos relativistas; hombres y mujeres versus homosexuales enfermos, blancos contra cholos. El subconsciente totalitario del pueblo es abrumador y las ansias de un inca, un monarca, un dictador, un Wiracocha que le otorgue reconocimiento y venganza son inmensas. Los demócratas, los reformistas, los liberales, los socialistas son una minoría extravagante y ciega. Los antropólogos los llamarían los otros, los diferentes que, para colmo de males, cada día demuestran que tienen poca imaginación para ver la realidad.
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