César Félix Sánchez
El ascenso de Lescano
Ha encontrado un espacio político: izquierda económica y derecha social

Está ocurriendo un fenómeno que sería obvio e inevitable en cualquier escenario político no distorsionado por oligarquías como el peruano. Muchos de los potenciales electores de Verónika Mendoza y de otras izquierdas análogas en el sur se están dando cuenta de que quizás estas alternativas posmodernas no los representan. Como lo dijimos en otro artículo, el electorado surandino de Verónika es prestado y en verdad es nacionalista, y en aspectos morales, bastante conservador. En 2016, la presencia de un clérigo y de otros patriarcas en las listas del Frente Amplio podía servir de distracción. Ahora las listas y las retóricas de Verónika son abiertamente multicolores. Y la gente en el sur andino se está dando cuenta de eso, aunque los mendocinos se desgañiten de ira contra este mensajero. ¿Y a dónde está migrando ese electorado potencial? Hacia Lescano.
Cuando en 2016, Acción Popular (AP) tuvo una efímera subida electoral en las encuestas, se atribuyó ese éxito a la presencia de Barnechea, un outsider prestigioso que revivía un partido supuestamente muerto. Cuando hubo cierto éxito en las elecciones municipales de 2018, se atribuyó a la presencia de Muñoz, un outsider prestigioso que revivía un partido supuestamente muerto. Cuando en 2020, Acción Popular logró ser la primera minoría en el Congreso breve, después del golpe vizcarrino, ya los analistas no sabían a quién atribuir la resucitación de este año. Luego ocurrió el extraño caso de un acciopopulista llamado Manuel Merino que gobernó el Perú por seis días. Inmediatamente los analistas auguraron el colapso de AP, ante el repudio masivo de la gloriosa Generación del Bicentenario. Pero ahora resulta que el muerto que mataron goza de perfecta salud. Y aunque los morados han soltado un meme diciendo que votar por Lescano es lo mismo que votar por “archivillanos” como Burga, Vitocho o Merino, probablemente solo logren convencer de eso a Carlos Ezeta y a algunos de sus amigos. Porque el escándalo de las vacunas y el fracaso del Gobierno de Sagasti hacen palidecer las chocarrerías imaginarias de estos personajes.
Lo cierto es que el Perú nice y sus influencers ignoran, igual que en el caso del Frepap, la omnipresencia de la lampa en el interior del país. Cualquiera que se haya internado por las provincias altas de Puno y de Cusco en los últimos veinte años, descubrirá en cualquier capital distrital a la lampa año tras año, en cada campaña. Y aunque no tenga éxitos estruendosos frecuentemente, existe y es una plataforma vigente. El recuerdo de Belaunde y su peculiar mezcla de reformismo y conservadurismo se mantienen.
Lescano, por su parte, ha demostrado ser un político menos torpe de lo que quien escribe estas líneas esperaba. Ha manifestado serenidad y se ha alejado de los exabruptos y las declaraciones contraproducentes. También ha sabido encontrar un espacio político clave, ignorado por los políticos populistas limeños: la izquierda económica y la derecha social, cortejando al electorado etnocacerista. Y se ha mantenido más o menos firme en eso. La vieja guardia del partido, encarnada por Vitocho, se ha apartado sabiamente de los reflectores, pero ha saludado la candidatura de Lescano, así que ningún cisma se avizora. Si Lescano gana, probablemente ejerza una influencia moderadora. Por otra parte, la crisis de noviembre sirvió para que algunas figuras caviarescas como Muñoz renuncien y se alejen del partido, lo que ha contribuido a hacer más fácil el posicionamiento de Lescano.
Por mi parte, mi escenario esperado respecto al ascenso de Lescano es que logre crecer lo suficiente como para evitar que Verónika Mendoza pase a la segunda vuelta. Y que acaben neutralizándose mutuamente. Ojalá que así sea.
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