Manuel Gago
El aprovechamiento político de la minería ilegal
El siempre nocivo “dejar hacer, dejar pasar”
Preguntamos, ¿qué hubiera sucedido en el Congreso de la República, sitiado por mineros ilegales e informales, si el resultado de la votación sobre el Reinfo hubiera sido distinto? ¿En qué escenario político estaríamos hoy? ¿Acaso el deseado por socialistas e izquierdistas, de llegar a extremos la violencia? ¿Los enfurecidos mineros hubieran asaltado e incendiado el Parlamento? ¿O exageramos?
Ceder a las presiones populares es una muestra de debilidad, y por la ausencia de firmeza se duda de la legitimidad de las autoridades. En este contexto, los problemas permanecen pendientes y se agudizan con el tiempo. Por populismo se elige el “dejar hacer, dejar pasar”. A esta situación de ineficiencia y despropósitos se suman intensas campañas de desprestigio, cuyo fin es debilitar todavía más las alicaídas instituciones nacionales. No es gratuita la moda de atacar a Dina Boluarte por todo lo que dice y hace; existe un claro propósito de llevar al país hacia el caos total. No sería el otrora romántico “uníos estudiantes, obreros y campesinos”, sino “uníos pandilleros, extorsionadores, narcoterroristas y mineros ilegales”.
La ausencia de la buena política hizo que la informalidad e ilegalidad minera avancen. A la luz de los hechos, existen autoridades sin entender qué es ilegal y qué es informal; pero sin eso no es posible hacer las simulaciones destinadas a ofrecer soluciones viables. Y una vez más queda también demostrado que los mejores médicos, profesores y policías, cuando asumen puestos ejecutivos fracasan porque una cosa es el pergamino profesional y otra es el liderazgo y las habilidades administrativas. Rómulo Mucho, exministro del sector Minas, será un buen minero de campo, de operaciones, de sudor y polvo, campeón alentando las inversiones privadas, pero dista mucho de ser un estadista.
Ya se dijo en este espacio que la minería formal paga impuestos y tributos, cumple con los requisitos exigidos por ley y opera en lugares permitidos. La minería informal opera en lugares permitidos pero incumple requisitos y no paga impuestos. Contrariamente, la minería ilegal opera en lugares prohibidos, asalta propiedad ajena, violenta normas legales, económicas y sociales y, lo peor, está asociada a la contaminación ambiental, el contrabando, la prostitución, la esclavitud y crímenes diversos.
La minería ilegal es altamente nociva porque niega el imperio de la ley y destruye las estructuras nacionales para alentar el desorden, la anarquía y la desobediencia. La minería ilegal existe por la ausencia de Estado; la minería informal, por exceso de normas y procedimientos que hacen imposible la formalización. A la minería pequeña o artesanal se le exigen normas difíciles de cumplir, sin tratamiento diferenciado.
Los criminales disfrazados de pequeños productores mineros aprovechan el desgano burocrático y las leyes puristas y utópicas convertidas en letra muerta. Y así como la inseguridad ciudadana sirvió para que despistados transportistas organicen manifestaciones violentas para exigirle al Gobierno que provea seguridad, así también el extremismo y la progresía intentan aprovechar la situación de los pequeños mineros para empujar al país hacia elecciones anticipadas con el único afán de ganar espacios políticos perdidos. ¿Quién garantiza que el Registro Integral de Formalización Minera (Reinfo) ampliado permitirá en el mediano plazo el avance en lugar del estancamiento?
La mala política carcome las posibilidades nacionales y reduce el empuje de los protagonistas económicos. Hay unos pocos que quieren mantener la constitucional continuidad de la presidencia de la República; pero hay muchos detrás de la permanente mecha encendida que amenaza incendiar la pradera.
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