Renatto Bautista
El 12 de octubre de 1492
Uno de los más importantes hitos históricos
Soy consciente de que escribir sobre el 12 de octubre de 1492 genera polémica, sobre todo por la inmensa Leyenda Negra construida a lo largo de 500 años, y asumida como verdad casi infalible. Pero más que amigo de mis amistades, soy amigo de la verdad y jamás me he interesado en “complacer” a una “mayoría” que no lee libros de historia universal. ¡Moriré combatiendo como legionario y polémico!
Todos sabemos que el 12 de octubre de 1492 el inmortal Cristóbal Colón llegó a la isla Guanahani, que fue denominada por los españoles como San Salvador, perteneciente al actual país de Bahamas. Dicha isla, fue la primera parte de las Américas en conformar el otrora Imperio Español. Este desembarco es conocido como el Descubrimiento de América. Indudablemente este suceso histórico es comparable con la caída del Imperio Romano de Occidente (476) y el asedio como posterior conquista de Constantinopla por los turcos otomanos (29 de mayo de 1453). ¡Estos sucesos históricos marcaron un antes y después en la historia mundial!
Es muy probable que los vikingos llegaran mucho antes a Groenlandia –e inclusive al norte de Canadá– hasta se especula que los chinos pudieron llegar aquí, pero lo cierto es que el desembarco de los españoles fue el de mayor importancia política porque representó el choque de dos civilizaciones como la conquista de los dos imperios de mayor importancia en las Américas, como lo fueron el Azteca (en México) y el Inca (en el Perú).
El castrochavismo, a través de esa enfermedad llamada hispanofobia, despotrica del 12 de octubre de 1492 como si ese día se pudiera comparar con la orgía de sangre que sus “referentes” dictatoriales cometieron en el pasado siglo. O como si Cristóbal Colón fuera un Adolfo Hitler del siglo XV y cuyo único objetivo era exterminar a los nativos de las Américas.
La hispanofobia se construye en base a grandes mentiras que, al ser repetidas varias veces, muchos lo asumen como verdad y lo peor que la hispanofobia fue (y es) producida por “mentes luminarias” de Londres, París y Ámsterdam (¡sí, los eternos rivales de los españoles!)
Volviendo al castrochavismo, ellos dicen dos grandes falacias. Primero, que con la llegada de Cristóbal Colón los españoles realizaron una gran orgía de sangre en las Américas y segundo que la gran parte de las Américas dominada por los españoles eran “colonias”. Esta Leyenda Negra debe ser respondida contundentemente: En primer lugar, ni los aztecas, ni los incas, ni los chibchas, ni los araucanos, ni otra cultura de las Américas nos legaron un censo sobre su población hasta el año 1491. Lo concreto es que nunca sabremos si fueron un millón o dos millones o diez millones de personas que habitaron en las Américas, antes de 1492. Además, los españoles nunca realizaron una orgía de sangre porque las élites de muchos reinos precolombinos fueron respetadas e inclusive fueron incorporadas al sistema económico español. ¿Quieren un gran ejemplo? ¿Quién fue José Gabriel Condorcanqui? ¿Fue un pobre habitante en el Virreinato del Perú? No, para nada. Fue un aristócrata descendiente de los incas y muy próspero comerciante en el entonces Virreinato del Perú. Así como José Gabriel Condorcanqui hubo varios nobles descendientes de los incas, de los aztecas y de otras culturas que accedieron a la educación (al igual que la nobleza española) y fueron muy ricos.
Y en segundo lugar, la gran parte de las Américas que formaba parte del Imperio Español no eran “colonias” sino eran virreinatos o capitanías generales; es decir, territorios de ultramar que eran reinos tan españoles como la mismísima España, pero en el lejano océano del Pacífico, y los virreinatos más ricos fueron el de Nueva España (hoy México) y el del Perú.
Aquí en el Perú, como en Nueva España o en Nueva Granada (hoy Colombia) y Río de la Plata (hoy Argentina) gobernaron virreyes que eran el álter ego del Rey de España. Obviamente, fueron designados por el mismísimo monarca español, ya que él no podría trasladarse rápidamente por tantos reinos que tenía.
Las verdaderas colonias fueron las trece colonias fundadas por ingleses en Norteamérica. En esas trece colonias jamás existieron virreyes y la población autóctona fue exterminada por los ingleses; lo que no sucedió en las Américas españolas, donde se respetó a muchos nobles incas como fue el caso de José Gabriel Condorcanqui.
Basta de permitir tantas falacias de la izquierda marxista sobre nuestra historia; y en especial, en los tres siglos de historia común con el reino de España. La orgía de sangre y las colonias se dieron en la Norteamérica gobernada por los ingleses y francés. Aquí ocurrió un mestizaje y se nos trató como reinos de ultramar, lo último lo hizo España, no lo olvidemos.
Yo no soy hispanista porque reconozco que a partir del 12 de octubre de 1492 ocurrió un choque de dos civilizaciones (la amerindia y la occidental europea) y que este gran choque originó un mestizaje. Y nosotros (sí, nosotros) somos el producto vivo de ese gran mestizaje que no nos debe ofender, sino hacernos sentir orgullosos porque somos productos de dos grandes civilizaciones que nos legaron una gran historia milenaria, un rico idioma como es el castellano, un Dios del amor y del perdón como es Jesucristo y sobretodo un gran valor que es la libertad. Además, el suceso histórico del 12 de octubre de 1492 generó la primera globalización, el nacimiento de un gran imperio y una gesta civilizadora solo superada por la realizada por el Imperio Romano.
Quiero concluir con dos reflexiones personales:
Primero: Si tenemos el mismo idioma (el castellano), el mismo Dios (Cristo) y las mismas tradiciones (por ser herederos de la civilización Occidental), qué esperamos para unir nuestras repúblicas y formar la Unión Indoamericana que debe ser el nuevo Estado del siglo XXI que abarque desde el Río Bravo hasta la gélida Patagonia. Es una tarea de mi actual generación.
Segundo: Si desean profundizar sobre la hispanofobia y la Leyenda Negra, sugiero leer el libro titulado Imperiofobia y Leyenda Negra de la gran historiadora española María Elvira Roca Barea, que en 481 páginas derriba tantas falacias construidas contra la verdad histórica. ¡Lo recomiendo!
COMENTARIOS