Educación sin visión de Estado

¿Estamos ante un gobierno de maestros? Mucho se ha especulado acerca del origen y compromiso con quienes eventualmente contribuyeron a la plataforma política que encumbró en la presidencia a Pedro Castillo; sin embargo, cabe preguntarse cuál es el compromiso con la calidad de la educación de los niños y jóvenes del país.

Se supone que un mandatario es el líder que busca conducir a la sociedad a mejores niveles de calidad de vida. Y esto sólo será posible de lograr si mejora el sistema educativo, desde la escuela pública hasta la privada. Cancelar el proceso meritocrático para acceder a una plaza docente pone en duda si en las instancias gubernamentales se tiene claro qué hacer con la educación.

Una cosa es ser líder un sindical que representa los intereses de sus agremiados y otra es conducir un país donde quienes ejercen el gobierno deben decidir dónde ejecutar el presupuesto de la república. El gobernante necesariamente debe tener en cuenta la visión de corto, mediano y largo plazo sobre el futuro del Perú.

En la actualidad, el mundo se orienta rápidamente hacia la inteligencia artificial (IA). Las máquinas son las que van a procesar la información que proporcionen los millones de ciudadanos y consumidores en función a sus compras, a la frecuencia de su asistencia a centros de salud, entretenimiento, etc. En ese sentido, los países que hayan acumulado mayor conocimiento sobre IA habrán consolidado sus ventajas y la distancia entre los países desarrollados y aquellos que se denominan eufemísticamente en vías de desarrollo quedarán por siempre rezagados.

El Ministerio de Educación no puede soslayar esta realidad. Salvo que exista la intención con conocimiento de causa de conducir a la próxima generación a un futuro incierto, en el que el Perú pierda viabilidad como una república independiente y termine siendo sometido a los intereses de terceros, ya sean los del Foro de Sao Paulo o los intereses cocaleros del expresidente boliviano Evo Morales.

Se cuestiona que el resultado de las evaluaciones docentes beneficiaba a unos pocos maestros, cuando la calificación de los profesores se mide por el nivel de aprendizaje alcanzado por los estudiantes. Las autoridades educativas deberían tener presente que en la actualidad los niños y jóvenes aprenden y socializan de una manera distinta a la tradicional. Mientras la escuela tradicional les exige una jornada educativa que responde a la era industrial, cada niño y cada joven alcanza su mayor potencial en su propio tiempo. 

Cierto es que resulta imposible que cada joven tenga un profesor de cada materia a su libre disposición. Pero ya está sucediendo en otras latitudes que un artefacto con IA puede responder las inquietudes del estudiante cuando él lo considere. Incluso la IA permitirá “leer” los gestos del estudiante e interpretar si entendió o no la materia de estudio, y podrá corroborar si efectivamente comprendió formulándole preguntas. 

Lo reseñado no es ciencia ficción, ya existe y está próximo a masificarse, como los autos eléctricos. Quizás haya que esperar los próximos 5, 10 o 15 años; pero de todas maneras llegará. Cabría preguntarse, ¿cuál será el destino de quienes se resisten a la meritocracia, a la mejora continua, al incremento de las competencias de la futura generación? Tengamos presente que, si no se mejora la calidad de la enseñanza en las instituciones educativas, los niños entre los 3 y 12 años de edad habrán perdido la etapa de mayor desarrollo neuronal. El responsable otra vez será la mediocridad embadurnada de discurso político reivindicativo.