David Auris Villegas
Educación para todos los niños y niñas
Debe ser la prioridad de nuestro quehacer como país
Todos los niños y niñas tienen derecho a educarse. Y los mayores somos los únicos responsables de hacer cumplir los derechos de los niños a nivel universal. En este siglo XXI, con abundante dinero y una extraordinaria tecnología como la Internet, tenemos la oportunidad de que todos los niños vayan a la escuela o que estas vayan a casa de los niños que, por diversos motivos no pueden asistir a las aulas.
El 31 de octubre de 2024, la Unesco publicó su Informe de Monitoreo de la Educación Global (GEM) titulado “Liderazgo en la educación”, en el que se reconoce una cruel verdad: 71 millones de niños del mundo no asisten a la escuela primaria. En nuestro país no existe una data exacta al respecto, pero la Defensoría del Pueblo ha informado que alrededor de 46,000 niños y adolescentes han abandonado la escuela primaria. Esto es un gatillazo a la humanidad y al Perú, que evidencia nuestra abrumadora incapacidad de gestión inclusiva.
Muchos de los niños padecen el trabajo infantil, la explotación y la pobreza, lo que les impide acceder a las escuelas. Las guerras, el maltrato y la inequidad los convierten en huérfanos y vulnerables a violaciones, mutilación y discapacidades que agravan su precaria situación y perpetúan sus aflicciones.
La directora general de la Unesco, Audrey Azoulay, dice que la educación “es el motor fundamental de las sociedades prósperas, inclusivas y pacíficas”, por lo que es clave invertir más en educación para que ningún niño se quede sin escuela. Precisamente este 20 de noviembre celebramos el Día Mundial del Niño, proclamado por las Naciones Unidas desde 1954, con el propósito de promover el bienestar infantil gracias a La Convención sobre los Derechos del Niño, que garantiza la educación de todos los niños.
Los niños, aunque diferentes, tienen los mismos derechos. La escuela y los maestros, asumen la responsabilidad de identificar sus talentos y desarrollar el potencial de cada niño, formando valores esenciales como la justicia y la bondad, y empoderarlos con conocimientos para una vida exitosa. Parafraseando a José Luis Perales en su canto por un mundo mejor, hagamos que los niños canten y levanten su voz; quienes vivan en paz canten por aquellos que sufren o están silenciados por el dolor, la violencia o la pobreza.
Situar a los niños como prioridad de nuestro quehacer como país es construir una sociedad más feliz y esperanzadora para las futuras generaciones.
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