Darío Enríquez

Días aciagos para nuestra patria

Pero lo peor aún está por venir

Días aciagos para nuestra patria
Darío Enríquez
11 de enero del 2023


Ya hemos entrado a una espiral de violencia. Lo que aún no sabemos es cuándo y cómo llegará a su final. Que haya un acuerdo político es muy difícil, teniendo en cuenta que –una vez más– la representatividad de nuestro Parlamento ha sido liquidada en menos de 18 meses posteriores a su elección. Lo normal es que esa instancia política, depositaria de la voluntad popular por excelencia, sea el espacio natural para dirimir conflictos como los que vivimos. Ese rol es imposible en la actual crisis.

No vemos salida pacífica, lamentablemente. Queda el ejercicio de una fuerza suficientemente violenta desde la autoridad, para anular los efectos de la que aplican grupos ideológicamente violentistas, que en pleno siglo XXI no tienen ningún reparo en proclamar a los cuatro vientos su vocación a favor de la violencia como arma política. La pasividad de los ciudadanos frente a esto es alarmante. Cuando salgamos bien de la actual crisis, debe proscribirse sin dudas ni murmuraciones a todo partido político que incluya la violencia como medio falsamente legítimo para tomar el poder. Cualquier manifestación fáctica en contra de ese compromiso ineludible, debe ser sancionado ejemplarmente.

Las autoridades políticas y judiciales, con el soporte de las FF.AA. y FF.PP., enfrentan un momento clave de nuestra historia y debemos apoyar su labor a favor de formas y esencias democráticas. Debemos resistir el embate de la violencia subversiva de las izquierdas y también su ala “moderada” que dice desmarcarse de la violencia pero juega a favor de la victimización de los verdugos siniestros. Lamentamos tantas muertes en medio del enfrentamiento de subversivos contra las fuerzas del orden. En especial, nuestras sentidas condolencias a las familias de aquellos que estaban en el momento y lugar equivocado, a inocentes que fueron víctimas colaterales de la violencia desatada.

La tarea titánica de restablecer el orden y el principio de autoridad se complica debido a la concentración geográfica de la labor sediciosa, lumpenesca y violenta contra el Perú: nuestro sur andino. Hay una batalla cultural comunicacional que las izquierdas han peleado para “perfumar” la hediondez genocida tanto de los terroristas de Sendero Luminoso (SL) como del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). Han ganado espacios y tiempos en el imaginario popular, sobre todo el de jóvenes que no vivieron los 80s y 90s. Es hora que todos nos comprometamos a participar activamente de esa batalla.

Es un momento de decisiones firmes y defensa de principios. Retroceder no es una opción válida. Si la presidente Dina Boluarte renuncia, la extrema izquierda buscará más y más. Para perpetrar sus viles acciones y perseguir sus delirantes propósitos, los extremistas no dudan en utilizar como carne de cañón a parte de ese “pueblo” que tanto invocan. Si no resistimos hoy, si cedemos ante la violencia desplegada por sediciosos y violentistas de izquierdas, luego nos faltará tiempo para arrepentirnos.

Cuando el accionar de nuestras FF.AA y FF.PP. logre controlar y reducir al mínimo los efectos adversos que hoy sufrimos por la violencia subversiva de izquierdas en el sur andino, solo entonces debe aplicarse alternativas políticas. No podemos cometer el error de que la violencia define la agenda. Esa focalización que hoy propone mayores dificultades, debe revertir en ventaja para las fuerzas del orden y paz para los ciudadanos. El chantaje de las izquierdas violentistas y sus cómplices “moderados” no pasará ¡Viva el Perú!

Darío Enríquez
11 de enero del 2023

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