Desarrollo económico y asistencialismo

Julio Velarde, presidente del Banco Central de Reserva, señaló en el Perumin arequipeño de la semana pasada que la inversión en el “descuidado” sector minero caería 18% este año y 7.7% en 2024. Sin embargo, pese a este oscuro provenir, el premier Otárola dijo en el mismo auditorio que el proyecto cuprífero Tía María “no está en los planes del Gobierno”. 

Como era de esperar, durante el evento un puñado de ambientalistas, antimineros y castillistas nada solapados volvieron a la carga contra el proyecto de cobre. Y tal parece que el premier no quiere contrariar a esas “dirigencias” del sur , las que participan activamente acusando a la presidenta Boluarte de usurpadora y asesina. Como se sabe, Boluarte está siendo investigada por la Fiscalía por homicidio calificado y lesiones graves por las muertes ocurridas durante los hechos violentos organizados por el castillismo y senderismo. 

La minería es un puntal de la economía nacional; aún así hoy es descuidada por las autoridades y políticos improvisados, atacada por intereses extranjeros y distanciada de un importante sector de la población ganado por el marxismo del siglo XXI. Y si todo permanece como está, con un Ejecutivo que no ata ni desata. la falta de recursos será realidad y, por consiguiente, el asistencialismo –bandera de izquierdistas y socialistas, con su respectivo gasto público incrementado durante el humalismo– terminará afectando a los sectores populares que esos políticos dicen representar. 

Sin recursos monetarios no hay desarrollo social. Tampoco si gobiernan personas descalificadas técnica y moralmente, ya sean elegidas por el voto popular o designadas por quienes ganan las elecciones. Sin renta suficiente no habrá obras ni las intervenciones sociales exigidas por la población. El cine peruano, consumido por unos cuantos, podría ser subvencionado mil veces más si la recaudación fuera también multiplicada. Pero no. Por el extremismo y progresismo existen personas exigiendo más gasto social (hasta insulso), y al mismo tiempo emprendiendo campañas y organizando protestas violentas con el fin de aniquilar a la gallina de los huevos de oro. 

La semana pasada un grupo de pobladores se manifestó contra la minera Antamina “porque no hace obras”. Es el resultado vivo de los relatos tendenciosos en los que cree la masa: las mineras deben hacer obras. Curiosamente, no protestan contra municipios ni gobiernos regionales por abandonar sus responsabilidades.

Las mineras firman convenios con las comunidades para, de común acuerdo, ejecutar obras extraordinarias: responsabilidad social asumida sin reparos. Y así como el asistencialismo y la subvención están en la agenda de Otárola y Boluarte, también tendrían que estar la generación de confianza auténtica en el sector privado, la mejora de la imagen nacional en el exterior y la tarea de desarrollar la economía. 

Lo dicho por el premier en Perumin aleja las posibilidades agrícolas y mineras del sur. Quedan así postergados oficialmente los nuevos puestos de trabajo, la reducción de pobreza, el incremento de la renta nacional y el canon, y las nuevas inversiones sociales y económicas en las comunidades de influencia minera de Tía María. Menos campos de cultivo por falta de agua disponible. 

El agua es el caballito de batalla de los opositores de Tía María. Southern considera construir una planta desalinadora para sus operaciones, para no usar agua del río Tambo. Así también, si las autoridades destraban el proyecto hídrico Paltiture, se haría cargo de la obra. Pero Puno y Moquegua se disputan Tolapalca, el lugar en donde se ubicará el reservorio. Esta disputa dio origen a la desafortunada declaración del extremista dirigente puneño Walter Aduviri: “el agua es de Puno y aquí se queda”. 

Desde Humala hasta Boluarte se ha abandonado la tarea de reducir la pobreza y el desempleo. No obstante, todos nuestros gobernantes están presurosos con los gastos sociales sin retorno, el asistencialismo y las subvenciones estériles.