Daniel Córdova

De izquierdista a liberal

De izquierdista a liberal
Daniel Córdova
27 de abril del 2016

En memoria de Víctor Robles

Nos ha dejado Victor Robles, quien tuvo la gentileza de acogerme en esta plataforma digital antes de que lo sorprendiera la mortal enfermedad. Entre los numerosos amigos que fueron a despedirse de él sorprendía la diversidad intelectual, ideológica, profesional. Ello sin duda es una manifestación de sus calidades humanas, pero también era una imagen de los amigos que deja en todas las arenas políticas.

Y es que Víctor tuvo —como muchos de nosotros, y como bien señaló Hugo Neira en estas páginas ayer— la “libertad de cambiar”. La libertad de convertirse en un liberal consecuente después de haber pasado por las filas de izquierda, como muchos jóvenes con corazón. Y además, lo hizo con desenfado; como bien reza su blog, “Políticamente incorrecto”. No lo conocí lo suficiente como para hacer una semblanza, pero sí para elaborar un reseña sobre la evolución intelectual de quienes hemos transitado por ese camino.

Ser izquierdista o socialista siempre tuvo un componente de sensibilidad social. Más que descalificar al socialista, como lo ha hecho recientemente Alfredo Bullard —refutado, creo que con acierto, por Farid Kahhat—, es importante comprender lo que “los mueve”. Los motiva, sobre todo, la desigualdad de ingresos, la inequidad de género, incluyendo la discriminación de los LGTB (son liberales sociales), el racismo, la discriminación a priori. Y muchos conservadores (la derecha no liberal) o practican dichas injusticias o no les dan el peso que deberían en la exposición de sus principios.

El problema, desde nuestro punto de vista, no está en los fines del socialista. El problema está en los medios que cree (muchas veces con fervor religioso) pueden ser eficaces para terminar con la discriminación y la desigualdad. Y, obviamente, en los resultados de dichas equivocaciones.

Vargas Llosa terminó con el socialismo cuando comprobó que en su antes admirada Cuba socialista había una dictadura. Lo que “lo movió” fue la flagrante represión a los intelectuales, la eliminación de la libertad de expresión. Luego, leyendo a intelectuales como Karl Popper, fue entendiendo que la libertad es una (económica, política y social). Fue comprobando además que la libertad de emprender, el respeto a la propiedad privada y la libre competencia, son las formas más eficaces para generar riqueza.

Las experiencias comunistas demostraron que el socialismo al extremo termina en dictaduras políticas y económicas, igualando a la población (con excepción de las elites de los partidos comunistas) en la pobreza. El modelo chino y vietnamita actual es una curiosa combinación de libertad económica y represión política, que no debería admirar ningún liberal.

A pesar de las experiencias mundiales y de lo que ocurre hoy en Venezuela, es curioso que exista en América Latina tanta juventud socialista (en el Perú, muchos de ellos votaron por Verónika Mendoza). Sin duda no han experimentado la represión a la cubana y menos aún la de Corea del Norte. El hecho es que su oposición al capital privado y su horror por todo aquello que lleve a la búsqueda de lucro, sumado a su reciente, válida y sentimental preocupación por el medio ambiente (pocas veces sustentada técnicamente), los suele poner del lado “políticamente correcto”.

Enfrentar con hechos esa corrección política, cuando está equivocada, es una tarea que todo liberal consecuente debe cumplir. Es lo que hacía Victor Robles, el “políticamente incorrecto”, y lo que creemos que intentamos hacer muchos de los columnistas de El Montonero.

 
Daniel Córdova
27 de abril del 2016

COMENTARIOS