Dardo López-Dolz
Crecimiento y conflictividad
Redes y propaganda versus realidad

Hace décadas que viene perfeccionándose la ofensiva asimétrica contra el desarrollo de nuestra patria, y aún son pocos quienes se preocupan de intentar entender el cambio de paradigma y la forma de enfrentarlo. Tras el fracaso reiterado de las aventuras foquistas y del intento de remedo aclimatado al ande de la metodología sangrienta de Pol Pot, la ofensiva a punta de balas y petardos quedó relegada solo a zonas aisladas de los centros demográficamente relevantes; como el VRAEM donde de la simbiosis inicial pasó a una fusión absoluta con la producción de cocaína para los carteles mexicanos que controlan el canal de comercialización.
El problema subsiste en la zona y se ha venido expandiendo geográficamente hacia el norte y el oriente, de la mano con las necesidades de expansión del “negocio” (hoy la selva alta central parece diariamente un festival aéreo). Hay reportes que indican que Vizcatán ha sido tomado nuevamente por el enemigo que amedrenta a los lugareños. Pero mucho más dañino para nuestro país y su gente es la ofensiva asimétrica destinada a minar la moral de los llamados a combatir en el campo, policías y militares; mientras se ataca la minería, raíz productiva de la matríz económica peruana. También se busca dividir mediante el ataque sistemático a los valores de nuestro mestizaje cultural y racial, que constituyen el pegamento social que nos hace una nación y un país.
La ofensiva asimétrica tiene características que suelen confluir para ganar ventaja sobre el adversario. Busca crear un efecto psicológico de confusión que afecte la capacidad de tomar la iniciativa, la libertad de acción o los deseos del oponente (en este caso el Perú). Se busca la implosión cultural de una sociedad mediante operaciones psicológicas y manejo de los medios de comunicación. El agresor asimétrico ha estudiado nuestras debilidades políticas, culturales y económicas y las está atacando sistemáticamente, sin que desde la trinchera patria exista claridad sobre la naturaleza, extensión y peligrosidad del ataque.
En el ataque se importan, sin pasar por la aduana de la razón, conceptos de otras latitudes, incompatibles con la afabilidad y y el calor propios de nuestra cultura latinoamericana. Y poco a poco se va torciendo la percepción de la misma, a partir del conocimiento amplificado de conductas que la misma cultura pudo rechazar y sancionar sola, sin debilitarse. Se aprovechan las redes para crear tendencias, muchas veces en base a identidades artificiales, que con falsas estadísticas buscan torcer o poner en duda las creencias esenciales de una sociedad, paralizándola en la duda y el temor a la incorrección política.
Un ejercicio de la libertad, como expresar desafección por un plato o bebida típica, es transformado irracionalmente en un ataque a la esencia de la nación. Asistir a un almuerzo, cena o coctel y coincidir sin saberlo con alguien que será cuestionado en el futuro basta para demoler la imagen de una persona. Defender una concepción distinta a la del director o redactor de un medio es garantía de recibir una acuisación de ¨fobia¨ (añada usted letras al gusto).
De pronto, la actividad minera formal y responsable es atacada hasta por curas con intereses ocultos y andar de cangrejo mal disimulado, sin tomar en cuenta que es allí empieza la cadena de producción del dinero que permite todo lo bueno que queremos para nuestros compatriotas.
O tomamos conciencia de que es nuestra patria y nuestra batalla, o será demasiado tarde.
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