Juan Sheput
Coronavirus e improvisación
Gobierno recién comienza a tomar medidas, algunas desacertadas
No está en duda que al Gobierno le corresponde actuar con rapidez para poder controlar cualquier masificación del virus covid-19, más conocido como coronavirus. Pero actuar rápidamente no significa actuar con ligereza, ni generando medidas que contribuyan al desorden o la histeria generalizada. Se requiere actuar con profesionalismo y con calma, atendiendo a la evidencia fáctica, a las experiencias recogidas de otros países y a los resultados que se vienen observando en China e Italia, y entendiendo nuestras propias fortalezas y limitaciones.
Los resultados de China, donde se puede decir que el virus ya está controlado, señalan que la población más vulnerable y que ha tenido el mayor número de muertos es la de mayores de 70 años y con algún tipo de patología. No se han reportado casos de niños muertos en ninguna parte. Esto es un dato. Otros son que todo indica que el virus requiere para su expansión de temperaturas bajas. De hecho los países donde más casos hay son en aquellos que se encuentran en pleno invierno. La región de La Lombardía, en Italia, está al norte, limítrofe con el frío de los Alpes. Eso nos podría brindar algún tipo de ventaja sobre la base de la estacionalidad. Que el virus ya llegó es un hecho: ha sido a través de viajeros provenientes de Europa. Desde la aparición del virus, hace tres meses, nuestras autoridades no hicieron nada. Recién ahora, con once casos comprobados, empiezan a tomar medidas, algunas de ellas desacertadas.
La suspensión de las clases es una de ellas. El encapsulamiento del virus por el verano puede significar que el brote se manifieste en un par de meses. Es entonces cuando el Gobierno recién debería pensar en suspender las clases. El Perú no tiene ni siquiera una infraestructura mínima para la educación en línea ni para el teletrabajo. Ni siquiera hay legislación adecuada; peor aún, ni siquiera existe el personal calificado. El Minedu no ha hecho nada en ese sentido. Enviar a los niños a su casa sin mayor motivo es un sinsentido, producto de la incapacidad del Gobierno para gestionar crisis complejas.
Si de aislamiento se trata, un mayor problema lo constituye el transporte público. ¿Qué se está planteando para el Metropolitano o el Tren Eléctrico? ¿O para los espectáculos públicos, especialmente los deportivos? ¿Cuántos niños, si esa es su preocupación, han ido al Estadio el fin de semana a nivel nacional.
Cuando el Gobierno, en lugar de aportar calma, contribuye al desorden y al caos, las cosas se agravan pues lo principal, la confianza, se diluye. Es un hecho que el presidente no se rodea de personas capaces que lo aconsejen de manera adecuada, sino en función de conservar su popularidad. Es importante evitar el colapso de nuestra infraestructura de salud, la endeble que tenemos y que ni siquiera tiene incubadoras.
Pero eso, en estos momentos, pasa por medidas de prevención, basadas en datos y evidencia, con los mejores especialistas en salud pública y aprendiendo de lo que ya vienen haciendo países que enfrentan la pandemia. No con medidas apresuradas y que no tienen sentido, como evitar que los niños vayan al colegio hasta el 31 de marzo. En los colegios se les podría educar mejor y generar una cultura sanitaria, a cargo de los profesores, que daría mejores resultados. Una vez más estamos ante la improvisación.
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