Vincent Dumortier
COP 20: Nada vinculante
Salvo en Nazca, la cumbre ambientalista no dejó ninguna huella indeleble
Quería seguir hablándoles de los océanos pero antes tengo que darles unas noticias del frente, ¡no el mío! sino el climático.
A pesar de los sueños de los “climastrologos”, al momento de escribir estas líneas parecía que la COP20 no había logrado producir ni siquiera un borrador de un gran acuerdo sobre el clima.
Con más serenidad volveré después a hablarles sobre la sostenibilidad de esta COP que, al parecer, marcó un récord en cuanto a las emisiones (se rumorea que dejó una huella de carbono más grande que cualquier otra conferencia de la ONU, con más de 50.000 toneladas de dióxido de carbono), por el uso de generadores diésel… ¡generadores diésel, sí, sí, leyeron bien! A mí, esto me parece el colmo de estos ecostafadores que hablan con la mano en el corazón y los cuerpos cavernosos repletos de sangre, de energía renovable!
Y a pesar de eso, miren como se reporta la posición de los consultados: “El calor por falta de un buen sistema de ventilación fue el protagonista constante en la negociación, como un claro simbolismo del calentamiento global”. ¡Ôoh sorpresa! El verano en Lima y de manera general en todos los lugares intertropicales es… ¡caluroso! No sé ustedes, pero yo recuerdo veranos mucho más calurosos en la Ciudad de los Reyes. En fin, si se trata de tomar a la población por idiota, ¿por qué dudar, no? Pero si a los alarmistas les gusta tanto el frío, bastaba organizar la COP en noviembre en Estados Unidos.
Salvo en Nazca, recordaremos que la COP20 no dejó huella indeleble sino un texto de 37 páginas (allí sí que ahorraron papel) “que propone diversas opciones no vinculantes (…) y que apenas constituyen una primera base de negociación para París”.
Después de esta digresión vuelvo al tema de los Océanos.
Ya les comente un poco la semana pasada, hablando de los bichos vertidos en el mar, sobre la elevación del nivel de los oceanos (1,8 mm/año). Para completar podría abusar de palabrerías geológicas sobre la precisión de medida (en particular para el periodo anterior a la era de los satélites) etc. Pero al final, basta ver este gráfico de elevación del nivel promedio de los océanos, según los datos de los mareógrafos del PSMSL desde 1870, para preguntarse dónde vieron una aceleración del fenómeno; fenómeno que en efecto parece estar ligado, más que todo, a la lenta salida de la pequeña edad de hielo.
En fin, quise ver un poco cuál era la tendencia de esta supuesta elevación del mar, qué tanto no costaría (recuerden: “las consecuencias económicas para la región serán de alrededor de US$ 300 mil millones) si ocurriera. Basta explorar este mapa hasta el Perú y pedir los datos del PSML. Bueno, temo decirles que en Perú ¡no sabemos qué pasa! En efecto, las cuatro estaciones de medida dejaron de funcionar en 1970. Pero lo que nos enseñaban es que el nivel del mar estaba globalmente… ¡bajando!
Para salir de duda, fui a ver los mareógrafos más cercanos en funcionamiento, es decir en Ecuador (La Libertad II) y en Chile (Antofagasta 2). El primero no muestra ninguna tendencia clara mientras el segundo indica explícitamente una bajada de más de 80 mm en 70 años!
Es grato para mi anunciarles, tal como lo hizo el autor de esta página (en francés, pero google Chrome tiene un traductor aceptable), que “los océanos suben peligrosamente, excepto alrededor de las islas”, y completar la afirmación con la otra notable excepción del ¡Perú!
Por Vincent Dumortier
(16 - dic - 2014)
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