Conspiraciones

El Perú es un país que si se levanta con sospechas, se acuesta con conspiraciones. En los últimos días, como si Lima fuese Roma al borde de la guerra civil entre César y Pompeyo, se han desplegado innumerables ideas de conspiraciones. Las hay para todos los gustos. En fútbol como en política.

Mientras nosotros hablamos de conspiraciones y conjeturas, aprovechando el despelote, el Gobierno de los moqueguanos y provincianos le ha dado un puntapié a algunos empresarios, subiendos el impuesto selectivo al consumo. Algunos hablan de “paquetazo”, otros de una torpeza del MEF. No obstante, semejante acto habría sido imposible con PPK en Palacio. Había mucho lobby allí.

Un caso de conspiración ubica a doña Peta contra Claudio Pizarro y su familia. Luego de conocerse el fallo que suspendía a Paolo Guerrero por 14 meses —y, por ende, lo inhabilitaba de jugar el mundial— algún periodista astuto puso el micrófono en caliente a doña Peta. Por supuesto, ella se despachó como quiso. Una buena historia, con drama incluido, necesita siempre un culpable; de lo contrario no hay historia. Y Doña Peta eligió a los culpables: la familia Pizarro y un sector de dirigentes de la Federación Peruana de Fútbol. Ahora bien, es difícil —aunque no imposible— que exista un contubernio en las altas esferas del mundo deportivo para excluir a Guerrero e incluir a Pizarro en la lid. Pero de allí a que la mano de Pizarro meza la cuna hay mucha distancia. En todo caso, las palabras de doña Peta son las palabras de una madre dolida (que afortunadamente ya se retractó).

Otro caso es la conspiración “terruca”. El siempre iconoclasta congresista Edwin Donayre ha decidido desvelar que desde el Museo del Lugar de la Memoria existe una estrategia proterruca. Para ello, como si se tratase de una operación de inteligencia, Donayre se vistió de un visitante común y corriente y decidió grabar la travesía. Si algo hay de cierto es que en el LUM no quieren mucho a las Fuerzas Armadas. Eso no es novedad. Me atrevo a decir que —con el cuento de un tratamiento independiente del “conflicto armado interno”— hay todavía un trato indiferente a las Fuerzas Armadas, que son los verdaderos pacificadores y héroes de la democracia. Pero de allí a decir que desde el LUM se hace apología al terrorismo hay también mucha distancia. Además, ¿de cuándo acá, una investigación que pretenda ser seria tiene ribetes de investigación tipo serie americana CSI? Lo que ha hecho el congresista es posiblemente banalizar las investigaciones sobre los casos de apología al terrorismo. No obstante, es hora de tomar cartas en el asunto y que desde el Congreso se pida una investigación cautelosa y seria.

Otro caso más: Vizcarra contra PPK. El incisivo congresista Mauricio Mulder recordó que el verdadero conspirador fue Vizcarra contra PPK. Ninguna novedad. Vizcarra tuvo que conspirar contra su jefe inmediato, de lo contrario no habría sido presidente. Vizcarra apeló a la razón de Estado, algo digno de Maquiavelo. "Aquel que desee engañar, siempre encontrará a alguien que desea ser engañado", escribió el florentino. Pero Vizcarra no quiso ser engañado más. La primera vez que fue engañado le costó el puesto de ministro de Transportes y un exilio voluntario en Canadá, por el aeropuerto en Chinchero. Vizcarra aprendió que hay infinitas pequeñas historias detrás del poder. “Ser zorro para conocer las trampas y león para atemorizar a los lobos” también decía el adulador de los Médici.