Eduardo Zapata

Concordancia gramatical y algo más

Periodismo está perdiendo el “buen decir”

Concordancia gramatical y algo más
Eduardo Zapata
31 de enero del 2019

 

Usted lo debe haber notado. Cada vez con mayor frecuencia, los errores de concordancia gramatical suenan fuerte –muy fuerte- en la radio y la televisión. Hasta pareciese que para las Escuelas o Facultades de periodismo se está sacrificando el “buen decir” (donde la concordancia es fundamental) en aras de la ya manida expresión de que el periodismo consiste en una “historia bien contada”. La historia llamativa antepuesta al correcto decir.

“Los desbordes causados por el Niño Costero destruía las pistas”; “La pareja de esposos murieron en un accidente”; “El policía que detenía los carros avanzaban lentamente”; “Alarmada la madre de familia y los vecinos salió temerosa por los desbordes”. Y así sucesivamente. Pareciese que los cursos de redacción periodística en los institutos superiores no concuerdan con las reglas gramaticales del lenguaje.

Estudios psicolingüísticos han venido advirtiendo ya el fenómeno: los hablantes tienen dificultades para procesar y recordar oraciones subordinadas. Ya los estudios de Silva Corvalán en 1994 demostraban que procesar una oración subordinada era tarea difícil y empeñosa. Ello porque su procesamiento implicaba aproximadamente un 45% más de tiempo respecto a las oraciones simples. Bentivoglio en 1996 y Gibson en el 2002 nos decían que un hablante esmerado podía procesar hasta siete oraciones subordinadas.

La aparición de los millennials se sitúa entre los años 1981 y 1993. Pero es claro que el auge gradualmente masivo de la electronalidad lo constatamos entre nosotros a partir del 2005. Y hoy tenemos más teléfonos móviles que personas en el Perú. Estos datos son importantes porque aquí y en el mundo la capacidad de procesar oraciones subordinadas ha ido disminuyendo dramáticamente: si antes existía la capacidad de procesar siete oraciones de este tipo, hoy un hablante común solo puede procesar dos.

Añadamos que las construcciones subordinadas son más difíciles de recordar. Conclusión provisional: no se esfuercen en poner más de 2 subordinadas si se dirigen a un público masivo. No solo tendrán dificultades de comprensión, sino que no recordarán lo que usted subordinó. Y esta incapacidad en la producción y consumo de subordinadas —condicionada por la electronalidad y una educación deplorable— es donde se aprecia con mayor nitidez la falta de concordancia gramatical.

¿Qué importancia tiene esto, más allá del desconcierto —y malestar— que causa en un hablante medianamente culto? A nivel del lenguaje, ininteligibilidad. A otro nivel, el efecto es el debilitamiento de toda institucionalidad basada en la subordinación. Compare usted el frondoso organigrama de un ministerio —alimentado por la lógica de la subordinación— con los organigramas de empresas modernas que han intuido que la horizontalidad y autonomía resultan más competitivas.

La vieja asertividad analítica lograda con el manejo de la subordinación parece estar siendo reemplazada por una tendencia hacia la asertividad yuxtapuesta y sintética.

 

Eduardo Zapata
31 de enero del 2019

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