Manuel Gago

¿Con qué cara?

¿Con qué cara?
Manuel Gago
08 de febrero del 2016

Sobre las consecuencias éticas de respaldar a Acuña

Mientras Julio Guzmán, con las fuerzas de la calle e Internet, alcanza un expectante segundo lugar en las encuestas para la presidencia de la república, César Acuña se hace puré el mismo. La nueva denuncia de plagiar un libro entero, incluido el prólogo, es otra cereza de un pastel inmundo. Acuña sería el digno representante de un sector nacional que vive al margen de la formalidad y la moralidad, que valora la pendejada, que sobrevive fuera de la ley, que su subsistencia depende de cuan mañoso y astuto se es, que no se hace ascos por nada.

El tema Acuña - con la ceguera de sus seguidores y de personajes de todo pelaje reclutados para impulsar un plan electorero - se diluiría en esa inmensa amoralidad que hasta cuenta con predicadores domingueros que no se inmutan, que están calladitos, bien acomodaditos esperando el voto popular para chapar su curul, orando por la fidelidad de una grey muy peruviana que, como la política, se mueve por consignas y encantos blanqueados de quien está al frente de cualquier podio. César Acuña Peralta miente en todas sus modalidades. Ha cometido fraude, estafa, falsedad, plagio, delito contra la fe pública, falsificación y sabe Dios que otras cosas más.

Pocos saben que la mentira es pecado. “De la mentira te alejarás”, “el que hable mentiras no se afirmará delante de mis ojos”, “destruirás a los que hablan mentira”, “el justo aborrece la palabra de mentira” y “ninguna mentira procede de la verdad”, están escritos en Éxodo, Salmos, Proverbios y 1ª de Juan, libros de la Biblia.

La Biblia se ocupa de la mentira innumerables veces. “No dirás falso testimonio ni mentirás”, claramente en la tabla de los mandamientos divinos, la columna vertebral de la moral cristiana y, si usted lo es, no escapa de la imposición. Según el libro a los Corintios “ni los estafadores heredarán el reino de Dios”. La mentira es pecado como el asesinato, robo, lujuria, avaricia, idolatría y otros. No hay mentira blanca, ni piadosa. Es moneda opuesta de la verdad. Para el cristianismo, Satanás es el gran engañador, el príncipe de la mentira.

La mentira está penada por las leyes divinas y como delito está penado por las leyes humanas. La mentira, en cualquiera de sus modalidades, tiene penas de 4 a 8 años de cárcel. “No hay nada oculto bajo el sol”, también está en la Biblia. Tarde o temprano la verdad prevalecerá. 

Entonces, habría que preguntarles a los pastores Humberto Lay y Julio Rosas ¿qué hacen junto a quien es la mentira encarnada? ¿Con qué cara podrán seguir mandando al infierno a quienes, según ellos, son pecadores y mirarles a los ojos a los que fueron sancionados en la comisión de ética del Congreso de la República?  

¿Se puede disculpar una mentira? En la segunda Guerra Mundial, muchos alemanes escondieron judíos detrás de pisos y paredes, mintiéndoles a los nazis para salvar la vida de sus protegidos.

¿Se puede disculpar a Lay y Rosas? Jesús vino al mundo para curar enfermos y salvar a pecadores, para convivir con prostitutas y cobradores de impuestos. Si Lay y Rosas están con ellos, son cristianos fieles, acompañan a las ovejas descarriadas, cuidando que no se desbarranquen.

Más también está escrito en el libro de Mateo: “no deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas a los cerdos”.

Por: Manuel Gago

 
Manuel Gago
08 de febrero del 2016

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