Alejandro Arestegui

Cómo sanar las hondas heridas (II)

Continuando con la propuesta político-administrativa para frenar el conflicto en Siria

Cómo sanar las hondas heridas (II)
Alejandro Arestegui
20 de diciembre del 2024


En la primera parte de la presente columna expusimos cuáles son los principales sucesos que llevaron a la repentina caída del dictador sirio Bashar Al-Assad. Luego de haber derrocado a la brutal familia Assad que gobernó con mano de hierro al país levantino desde hace 50 años muchos analistas creen que va a gobernar el caos y el desorden. Como expusimos la anterior semana, es necesario una propuesta federal en forma de confederación para poder frenar las ambiciones de ciertos grupos y caudillos sedientos de poder. Ahora vamos a explicar más a detalle en qué consiste la confederación que proponemos para Siria y cuáles son sus fundamentos basados según pensador de la época islámica medieval.

Ibn Jaldún (1332-1406), fue un erudito y polímata musulmán nacido en Túnez, pero de familia proveniente del Al-Ándalus (actualmente España). Su fama en occidente ha sido escasa y recién últimamente se lo ha reconocido como uno de los padres universales de disciplinas como la historia, la sociología e incluso la economía. Su obra más importante se denomina Al-Muqaddimah (obra o tratado de carácter enciclopédico). Esta gigantesca obra engloba gran parte del conocimiento humano que dominaban los musulmanes en aquellos tiempos; y aunque originalmente era un tratado de historia, al final de su lectura se convierte en una enciclopedia de carácter multidisciplinario. Grandes filósofos y pensadores occidentales como el español José Ortega y Gasset o el norteamericano Murray Rothbard quedaron impactados cuando leyeron la Al-Muqaddima por primera vez. Tanto así que Ortega lo consideró como uno de los padres de la sociología y Rothbard lo consideró un precursor del anarcocapitalismo económico.

Si bien es cierto tenemos que aclarar que Ibn Jaldún no desarrolló explícitamente el concepto de federalismo, su análisis de las dinámicas del poder, la cohesión grupal y la descentralización ofrece un marco teórico que puede conectarse con los principios fundamentales del federalismo. Su énfasis en la importancia de la solidaridad grupal y el equilibrio de poder es particularmente relevante para reflexionar sobre la viabilidad y sostenibilidad de los sistemas federales. Y es aquí donde radica la importancia de la Al-Muqaddima. Nunca antes se había expuesto de manera tan magistral la organización social y la dinámica de las civilizaciones, especialmente a través de su concepto de "asabiyya" (cohesión grupal o solidaridad tribal). Ibn Jaldún describe cómo las sociedades se organizan en grupos con fuertes lazos de solidaridad, particularmente en comunidades tribales y rurales, que a menudo funcionan de manera autónoma respecto a un poder central.

En el federalismo, esta idea se traduce en la coexistencia de entidades autónomas (estados, provincias) dentro de un sistema político más amplio, donde se busca equilibrar la independencia local con la unidad nacional. En la Al-Muqaddimah, Ibn Jaldún analiza cómo las dinastías y gobiernos centralizados surgen y decaen, destacando la importancia de mantener un equilibrio entre el poder central y las fuerzas locales. Este principio resuena con la filosofía del federalismo, que busca evitar la concentración excesiva de poder central al otorgar autonomía a los gobiernos locales. Ibn Jaldún argumentaba que un exceso de centralización y la pérdida de cohesión grupal pueden conducir al declive de una civilización. El federalismo, al distribuir el poder, intenta prevenir este tipo de crisis al fortalecer las estructuras locales y promover la participación en la toma de decisiones.

Ibn Jaldún también observó cómo las sociedades multiculturales requieren mecanismos para integrar diferentes identidades y tradiciones bajo un sistema común. El federalismo, al permitir variaciones legales y culturales en distintas regiones, responde a esta necesidad de gestionar la diversidad dentro de un marco político único. Para un país tan fragmentado como Siria, que presenta diferentes etnias y religiones esto calza como anillo al dedo.

A pesar de que la teoría suena bastante clara y certera sobre el modelo que debe tomar este país surgen diversas dudas. El mayor cuestionamiento que realizaría mi propia teoría de la confederación para Siria es el grado de "asabiyya" con el que cuenta la sociedad siria en este momento. Normalmente los lazos de cohesión grupal son fortalecidos para garantizar la seguridad y el bienestar de la sociedad, pero este fenómeno se llevó siempre al margen de un poder centralizado (el estado). La noción de estado era inexistente para las sociedades islámicas hasta bien entrado el siglo XIX. La primera nación islámica que trató de convertirse en un estado a través de una constitución fue el Imperio Otomano (vasto imperio cuyo territorio incluía las fronteras actuales de Siria).

Debido a que gran parte del mundo árabe estuvo bajo colonización británica y francesa, las ideas del nacionalismo árabe florecieron junto con un sentimiento de anticolonialismo y antiimperialismo. Esta mezcla de ideas acercó al nacionalismo árabe de una forma muy peligrosa hacia el socialismo. Como sabemos el socialismo de corte marxista es eminentemente ateo y materialista, por lo que es diametralmente opuesto a las enseñanzas del Corán, sin embargo, esta idea primó en países como Libia y sobre todo en Egipto, Irak y Siria. Los gobiernos nacionalistas árabes marcaron entonces una gradual y peligrosa destrucción de la "asabiyya" en su propio pueblo. Esto debido a que se implementaron por primera vez los planes sociales y las dádivas y asistencias gubernamentales.

Tras este nefasto populismo socialista la solidaridad pasó a volverse un asunto estatal y no de la sociedad o comunidad. Estas ideas que originalmente fueron llevadas a Siria por Nasser fueron continuadas por la familia Al-Assad, que gobernó Siria hasta el pasado 8 de diciembre. Las grandes reservas de petróleo del país, así como los demás recursos naturales no sirvieron para incrementar el bienestar de la población y fortalecer la "asabiyya" del pueblo sirio, sino que por el contrario sirvió para la militarización del país y la clientelización de los más pobres a merced del gobierno central de Damasco. 

Si desean ahondar en este tema, les sugiero buscar en la versión castellana de la Al-Muqaddimah (de editorial Almuzara, 2008). Esta magnífica obra incluye también postulados económicos que apoyan una economía de libre mercado, donde el gobernante no tiene injerencia alguna en la economía de los ciudadanos. Trata también de cómo los diferentes imperios y pueblos crecieron y después decayeron una serie de factores, los cuales incluyen su concepto de "asabiyya". Sin lugar a dudas, un autor interesantísimo que nos permite abordar con más profundidad y conocimiento de causa cuáles son los motivos y las posibles soluciones al conflicto en Siria y medio oriente en general.

Alejandro Arestegui
20 de diciembre del 2024

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