Guillermo De Vivanco

¿Cómo reactivar la economía nacional?

Es necesaria una reforma profunda del Estado, sobre todo ética

¿Cómo reactivar la economía nacional?
Guillermo De Vivanco
06 de septiembre del 2020


Contestar esta pregunta es lo que los peruanos deberíamos exigirles a los candidatos presidenciales que se proponen ganar nuestro voto en las próximas elecciones. Nuestro principal enemigo es la demagogia, el populismo. Crecí en Gamarra, una sociedad emergente y emblemática de las pequeñas y medianas empresas. Nunca tuvimos posiciones doctrinarias, ya sean de izquierda o de derecha, solo vivimos las consecuencias derivadas de los distintos gobiernos a lo largo de los años. Así los escenarios de competencia fueron variando de acuerdo con las políticas del Gobierno de turno, a las cuales había que adecuarse sin importarnos cómo se autocalificaban. Desde el gobierno revolucionario a los gobiernos democráticos, transitamos por economías cerradas, controlistas, estatistas o nacionalistas hasta la apertura total y la globalización. 

Nuestra disyuntiva no se encuentra entre el Perú real y el mercado; ya internalizamos la competencia mundial como una realidad ineludible. Los mercados están abiertos para bien o para mal, nuestro principal obstáculo se halla entre la sociedad emergente y el Estado. La catástrofe económica nos obliga a realizar cambios con una urgencia jamás vista. Recuperarnos al más breve plazo es la consigna. Identificar nuestras fortalezas y debilidades nos permitirá concentrar nuestro esfuerzo donde vayamos a obtener los mejores resultados en el más corto plazo. El Perú es una tierra bendita que le pertenece a todos los peruanos; los Andes contienen una riqueza mineral inimaginable que contribuye actualmente con el 20% del PBI y 60% de nuestras exportaciones. Asimismo la pesca y últimamente la agricultura se han convertido en nuestras principales fuentes de divisas. 

El problema es el Estado. Ha perdido representación social, tanto como los partidos políticos. Los interminables casos de corrupción, ineficiencia e irresponsabilidad los han devaluado ante la opinión pública. La estructura burocrática esquilma recursos del sector privado, desalienta la inversión y estimula la informalidad. El clientelismo político ha duplicado en los últimos 10 años la planilla estatal, sin haber aumentado la recaudación fiscal. La falta de liderazgo impide una reforma profunda que modernice y devuelva competitividad a la economía. Como bien señala Roberto Abusada, es insólito que de 1.3 millones de empleados públicos, medio millón manejen la obstruccionista Ley de Procedimientos Administrativos, que pareciera creada para justificar sus empleos. Un hecho notable es que en los últimos 15 años, mientras la población económicamente activa aumentó en un 30%, los trabajadores de la administración pública lo hicieron en un 90%. 

Encuentro imposible una recuperación económica sin una reforma profunda del Estado, sobre todo ética: somos un Estado caro e ineficiente. Millones de peruanos se han procurado su propio trabajo y valoran conceptos fundamentales como la familia, la meritocracia y la propiedad privada. Millones de pymes nacen en el seno familiar, la cultura de pagar por producción es la lógica, la racional, ya que no todos somos iguales, no todos producimos igual ni tenemos los mismos talentos. La libertad te permite ser dueño exclusivo de tu éxito o de tu fracaso. Esta sociedad emprendedora se caracteriza por su racionalidad económica, elige sus gobiernos para su correcta representación. Luego el Estado, a través de sus leyes y normas, se aleja de la esencia del pueblo que los ha elegido; se vuelve clientelista, muestra una corrupción endémica, gasta más de lo que recibe, no se moderniza, hace obras caras e innecesarias, y su relación con el sector productivo es claramente fiscalizadora y no promotora. No dudo que una inmensa mayoría de peruanos aprobarían un manejo gerencial y racional del Estado, tal como lo hacen millones de ellos desde el sector privado.

Guillermo De Vivanco
06 de septiembre del 2020

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