Iván Arenas

Como en “Pandillas de Nueva York”

Detrás de Castillo diversos grupos disputan cada parcela del Estado

Como en “Pandillas de Nueva York”
Iván Arenas
23 de noviembre del 2021


Estimado lector, lo que en un momento germinó y se desarrolló como un proyecto socialista revolucionario, lo que ahora tenemos en el gobierno, ha devenido en un proyecto de múltiples grupos, y algunos de ellos representan intereses de los informales, de mafias o ilegales. Como en la película “Pandillas de Nueva York”, en la que mafias y grupos rivales peleaban entre sí por el botín, el Gobierno de Castillo ha mutado de manera rápida en un proyecto en el que diversos grupos se pelean entre sí por las parcelas estatales.

Con la influencia del comunismo más ortodoxo en descenso, en el gobierno de Castillo se dejó el norte ideológico del socialismo por la vía de una nueva constitución y varió a un Gobierno donde múltiples grupos representan intereses políticos, económicos y sociales con poca ideología o con altas dosis de pragmatismo. Por ejemplo, a pesar de lo que se diga, en el terreno de la política la guerra entre caviares y otros operadores de izquierda, digamos “no caviares”, continúa. Las razones de la guerra entre estos grupos de la propia izquierda no es si existen condiciones objetivas para impulsar la asamblea constituyente o algún debate estratégico, sino qué grupo se queda con los puestos y direcciones en el Estado.

En el sector transportes, algunos grupos de transportistas presionan al Gobierno para volver o mantener ciertos privilegios que han hecho de Lima una de las ciudades más caóticas. Y en Producción, los pesqueros artesanales (alguno de ellos ilegales y otros informales) hacen lo propio para deformar el ordenamiento pesquero actual. Alguno dirá por allí que entonces estamos ante un gobierno que podría representar la explosión de los sectores populares, informales o al mundo emergente; es decir un gobierno que políticamente expresa de manera nítida lo que es el Perú, un país de mayoría informal. Honestamente, lo dudamos. 

No obstante vale añadir lo siguiente. Durante muchos años, la academia (principalmente de izquierda) le atribuyó todos los males a la informalidad. Sobre todo a la del mundo emergente, donde –en apariencia– “existe una cultura permisiva con la ilegalidad” y lo “delictivo”; a pesar de que la pendejada y la viveza se reproducen tanto en el mundo formal como informal. Hoy nos sorprendemos de que el sociólogo de izquierda esté callado frente a los intentos de algunos grupos económicos periféricos que pretenden mandar en la administración Castillo, pero eso es harina de otro costal.

Pero, ¿a qué vamos con todo lo anterior? A que el mundo popular o informal no está hecho solo de “transgresores” o de “cultura combi”. Todo lo contrario, quien vea eso solo tiene la soberbia del académico. En el mundo popular, informal o emergente existe la ética puritana y la meritocracia. En Gamarra, por ejemplo, existen todavía acuerdos verbales que deben ser respetados. En todo caso, las transgresiones se producen cuando se acercan al Estado y a la Sunat. 

Así, el gobierno de Castillo puede representar al mundo informal y popular; sí, claro que sí. Pero no a todo el mundo informal, sino a esa parte de ese mundo informal que, al igual que el formal, puede acercarse hasta lo ilegal y pretende utilizar el Estado para sus fines propios. En eso este Gobierno se parece a las Pandillas de Nueva York.

Iván Arenas
23 de noviembre del 2021

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