David Auris Villegas

Ciudadanía y derechos humanos para el buen vivir

¿Qué tipo de personas estamos formando en las escuelas?

Ciudadanía y derechos humanos para el buen vivir
David Auris Villegas
12 de junio del 2024


¿Un buen ciudadano es alguien que convive en armonía o es aquella persona que no respeta a los demás? La respuesta es sencilla. En un ecosistema asfixiado por la delincuencia, que ha puesto en jaque al Perú y a toda la región, es necesario combatirla desde todos los frentes. La educación ciudadana y los derechos humanos son herramientas que, cultivada desde las escuelas y reforzada por la familia, pueden construir un bienestar colectivo que, sin lugar a dudas, todos aspiramos.

A pesar de que la supervivencia de la humanidad se basa en la colectividad y no en el individualismo, los desafíos sociales cobran relevancia, al originar conflictos de dimensión mundial. En la actualidad hay 56 conflictos, 92 países involucrados y un saldo que bordea los 170,000 muertos en 2023, como producto de esas guerras, según el estudio sobre Índice de Paz Global del Institute for Economics and Peace. Comparto esto, para poner en relieve el mortal ataque contra la raza humana como fruto de la irracionalidad.

Cultivar la educación ciudadana y los derechos humanos en las instituciones educativas, a partir de casos de la violencia y sus funestas consecuencias, propicia una sociedad que apueste por el respeto mutuo. Esto contribuye a mejorar nuestro ambiente de vida y extenderá nuestra supervivencia, en países como Perú, donde las leyes no favorecen al ciudadano de bien, sino a aquellos quienes las infringen.

La formación en ciudadanía impulsa a los individuos a participar activamente en la vida democrática de su comunidad, asumiendo las obligaciones cívicas. Al respecto, la Dra. Cecilia Barbieri de Ciudadanía Mundial y Educación para la Paz (de la Unesco), señala tres niveles para cultivar esta ciudadanía mundial con eficacia: nivel cognitivo, nivel socioemocional y nivel comportamental. Este enfoque integral, al ser asumido por las instituciones educativas y docentes –a través de talleres de discusión con la participación de estudiantes, padres, líderes sociales y organizaciones comunitarias– propicia un compromiso para ejercer un frente único contra la violencia.

Asimismo, el respeto de los derechos humanos es clave para una sana convivencia y es una garantía para la existencia humana. En la escuela es imprescindible aprender que todos tenemos derecho a vivir y que nadie puede quitar la vida a los demás.  Aprender a que todos somos iguales y nadie es superior a otros. Asimismo, es esencial practicar el diálogo como el vehículo más poderoso para solucionar cualquier problema.

Finalmente, ¿qué tipo de personas estaremos formando en las escuelas, en el hogar y en la sociedad al permitir la violencia? Y, si esas personas que no respetan a los demás logran controlar a la sociedad, nuestra historia habrá terminado.

David Auris Villegas
12 de junio del 2024

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