Circo sin pan

Para muchos el 2019 fue un año en el que pasó de todo. Desde el fallecimiento de uno de los últimos estadistas que le quedaban a nuestro país, el expresidente Alan García hasta la excarcelación de Keiko Fujimori, después de trece meses de prisión; así como la disolución del Congreso de la República, que fue el develamiento de un golpe invisible y silencioso del cual hablamos el año anterior desde esta trinchera, meses antes de su cierre (véase “¿Yuca para todos?”, “Un golpe silencioso”).

Sin embargo, creo que todavía queda mucho por ver. Si reparamos en el hecho de que estamos frente a un Gobierno que ingresa a sus últimas vueltas –dos años con PPK y próximamente dos años con Vizcarra– lo que podría avecinarse es la paulatina pérdida de sus aliados. Las últimas semanas de 2019 nos dieron los primeros atisbos sobre lo que supondría el alejamiento de ciertos aliados en la prensa y de ese sector “caviar”, como lo identifican algunos. Al principio, esos sectores celebraban y aplaudían toda clase de medidas, más aún si estas golpeaban a viejos rivales políticos, como el fujimorismo y el aprismo; pero terminaron pegando el grito al cielo cuando las mismas medidas se aplicaban a sus “amigos”. 

Así, por breves momentos recuperaron la razón y reaparecieron para reclamar que regrese el Congreso al que ellos mismos satanizaron e impulsaron su cierre; que vuelvan las interpelaciones a los ministros, etc. Escribieron columnas muy críticas, publicaron portadas mordaces y denunciantes cuando algo afectaba los intereses comerciales de los dueños, sus jefes. Mientras que otros aparecían en cuanto programa televisivo podían para elevar su voz de protesta. 

Son los mismos áulicos de siempre, que se aúpan en el poder de turno. Comienzan celebrando cualquier cosa mientras no toquen a los suyos y terminan alejándose cuando no les sirve, no les resulta útil. Para ello, empiezan a encontrar fallas y las critican, porque son la “conciencia moral” del país y tienen que mostrarse como tales. Abandonado el gobernante antiguo, los veremos aupándose en el próximo. Así las cosas, a medida que avance el año 2020, veremos a los garantes de turno tomando distancia de quienes antes merecían su aplauso. 

De igual manera, la sociedad, que en un momento celebró las medidas de referéndum y el cierre del Congreso, empezará también a ser más crítica. Panem et circenses decían los romanos hace dos mil años; empero la realidad es que tenemos circo, pero sin pan. Y la paciencia de los peruanos se acabará. Por ejemplo, las recientes lluvias e inundaciones de las calles en Piura, a fines de 2019, vuelven a ser una llamada de atención frente al proceso de reconstrucción del norte del país. Lo mismo ocurrirá en otros ámbitos sociales. La paciencia tiene un límite.

Por lo pronto, lo más cercano que tenemos este mes de enero es que se conocería el fallo del Tribunal Constitucional sobre la inconstitucionalidad o no del cierre del Congreso, sentencia que acompañará en adelante a quienes la impulsaron en su carrera política. Además, los peruanos elegiremos un nuevo Congreso que deberá servir para recuperar el equilibrio de poderes que debe imperar en una verdadera democracia.