Heriberto Bustos
CEN-SUTEP en su laberinto ideológico
El politizado gremio de educadores y la Derrama Magisterial

En los años setenta, cuando en el escenario social se operaba aún el debate (con argumentos en la disputa política y gremial) entre los partidos de izquierda y el APRA, en el sector educación la variada y múltiple existencia de asociaciones o sindicatos por nivel se vería (en pleno apogeo del gobierno militar de Velasco, en la necesidad de avanzar en niveles de unidad desde los iniciales Comités de lucha magisterial (Comul) a la constitución del Sindicato Único de Trabajadores en la Educación (SUTEP). Fue elegido en el Congreso de Cusco, (por un voto de diferencia) como primer secretario general el arequipeño Horacio Zevallos Gámez, miembro del Partido Comunista del Perú, fracción Patria Roja, de orientación pekinesa.
Desde entonces mucha agua corrió bajo el puente. La hegemonía de Patria Roja al interior del sindicato disminuyó considerablemente y empezó a producirse una especie de desintegración con el surgimiento de los CONARE, capitalizados por pukallactas y senderistas, emergiendo organismos regionales con o sin hegemonía radical. Hoy el tema de discusión no es político, sino económico, relativo al funcionamiento y utilización de los reales beneficios de la Derrama Magisterial: “Institución de seguridad social privada, perteneciente a los maestros que trabajan en las instituciones educativas del Estado, cuya función principal es administrar con eficiencia y transparencia los aportes mensuales de nuestros asociados para que, al término de su vida laboral, cuenten con un Fondo de Retiro importante y altamente rentable”. Una institución manejada desde sus inicios por el partido, mas no por el sindicato.
Los aportes personales son los que el Minedu transfiere mensualmente de cada uno de los maestros que trabajan en el sistema educativo. Un dinero que es invertido en actividades como la hotelería, en Arequipa, Ayacucho, Cusco, Ica, Moquegua, Nazca, Tacna, Tarapoto. Así han logrado, como lo aseveran, engarzarse exitosamente en el mundo de la economía neoliberal (sus orientaciones ideológicas socialistas sucumbieron frente al capitalismo), creciendo bajo el amparo de las normas constitucionales, señaladas en el Régimen Económico (Artículos 58 al 60), que señala: “La iniciativa privada es libre. Se ejerce en una economía social de mercado… El Estado estimula la creación de riqueza y garantiza la libertad de trabajo y la libertad de empresa, comercio e industria… El Estado reconoce el pluralismo económico. La economía nacional se sustenta en la coexistencia de diversas formas de propiedad y de empresa”.
Por ello, resulta poco serio, contradictorio y en realidad una triquiñuela que mientras acrecientan su economía con el neoliberalismo utilizan al Ministerio de Educación, “expresión del Estado burgués”, como mediador de los aportes magisteriales, se protegen amparándose en la Constitución vigente y en las normas de reconocimiento sindical, los dirigentes del CEN manifiesten, a través de un comunicado público, que se inclinan por un “cambio democrático, patriótico y de regeneración moral. Esa suerte debe correr también la Constitución Política del Perú que ha sido el soporte jurídico del modelo económico vigente”.
A quienes hoy hacen eco del oportunista y doble discurso partidario, les recordamos junto a Václav Havel que “La primera pequeña mentira que se contó en nombre de la verdad, la primera pequeña injusticia que se cometió en nombre de la justicia, la primera minúscula inmoralidad en nombre de la moral, siempre significarán el seguro camino del fin”. Igualmente, hay que recordarles que fortalecer el SUTEP y democratizar la Derrama Magisterial es una decisión ideológica, moralmente pendiente.
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