Dardo López-Dolz
Brasil emprende el camino del progreso real
Tiempos de definiciones en Latinoamérica

La elección de Bolsonaro —tras las recientes victorias de Duque, Piñera y Macri— no deja dudas del hartazgo del pueblo latinoamericano de la rapacería socialista, que sigue proclamando honestidad e integridad, como vendedor de autos usados de caricatura. Pero que no ha dejado gallo con plumas donde alcanzaron el poder. El resultado de las elecciones del 2016, con la ajustada victoria presidencial de PPK sobre el legislativamente poderoso FP —sumado a la votación por APP, PAP y AP— dejaba pocas dudas: los votantes peruanos de anticiparon a la expresión de los pueblos vecinos. Por primera vez en mucho tiempo el Perú iba a liderar la tendencia.
Pero la historia fue otra, absurdamente convencido de la necesidad de guerrear como mohicano, PPK acabó convertido en un Caballo de Troya, preñado por esa izquierda “siglo veintiunera” combinada con la ingenua manía por la corrección política que se ha instalado en los alrededores de Miguel Dasso. Cayó PPK debilitado por sus propios errores actuales y pasados, y nos dejó un vicepresidente antes casi desconocido, que no ha vacilado en contratar asesores boliburgueses con vínculos sanguíneos e ideológicos con los más oscuros actores de la política de la segunda mitad del siglo pasado.
El error táctico de arrinconar a una prensa erario dependiente “soldó” a esa prensa y al Presidente sin partido, como se suelda la vena del adicto a la jeringa, hasta que esta cae de sus manos muertas. Las debilidades intrínsecas del sistema político peruano se multiplicaron por el número de curules y el terremoto no tardó, justo cuando los cacos asaltaban la casa —al mas puro estilo castrista— con barra brava en tinta, papel y cámara. Así, mientras el resto de Latinoamérica emprende una vez más el camino del progreso real, los frescamente autodenominados progresistas peruanos arremeten buscando arreglar lo que no esta roto, con tal de aplicar sus teorías paridas en los años sesenta del siglo pasado. Y mientras lo que sí esta roto, se sigue rompiendo, debilitando y hundiendo.
Se acercan tiempos de definiciones. Ojalá no acabemos como en 1968, caminando contra el sentido de la historia. Venezuela, la Siria de Latinoamérica, viene exportando cientos de miles de honestos ciudadanos desesperados, dispuestos a trabajar como nunca y por muy poco, situación aprovechada por Maduro para repetir la estrategia cubana del puerto de Mariel disparando lumpen hacia Colombia. Los generales cubanos que allí gobiernan tienen claro que ese cuerpo no aguanta más, y buscan otro huésped que sangrar hasta la agonía.
El debilitamiento de la barrera emocional de funcionarios públicos, con o sin uniforme, frente a la capacidad corruptora del narcotráfico, puede estar llevándolos tonta o deliberadamente a entregar información clasificada al enemigo más grande de la patria. Y no me refiero exclusivamente al castrismo instrumental, sino principalmente a las potencias orientales que pagan las planillas de este, y que pocos quieren ver.
Geopolítica señores! ¡Que no nos sigan distrayendo con la política capitalina de escaparate, titular, carátula y escandalete!
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