Neptalí Carpio

Bolsonaro: el parto de la izquierda corrupta

Cuando la democracia no es más que un lema político

Bolsonaro: el parto de la izquierda corrupta
Neptalí Carpio
02 de noviembre del 2018

 

Entre gente de derecha e izquierda y, del propio mundo académico de Latinoamérica, se comenta mucho sobre las causas de la sorpresiva victoria de Jair Bolsonaro en Brasil, quien se impuso a Fernando Haddad, candidato del Partido de los Trabajadores (PT). Y no hay mejor manera de hacer un análisis descarnado de este acontecimiento que apelar al propio testimonio de un reconocido intelectual izquierdista brasileño. Nos referimos al profesor de Filosofía Gustavo Bertoche Guimarães, a quien basta con citar en extenso.

Gustavo Bertoche, respondiendo a la pregunta ¿de dónde surgió Bolsonaro?, señala enfáticamente que surgió “de nuestra propia incapacidad de hacer la necesaria autocrítica”. El académico explica que la mayoría de los votos de los brasileños el domingo 28 de octubre fueron votos “anti izquierda”, “antisistema” y “anticorrupción”. Lo siento, amigos, pero no es de un machismo, de una “homofobia” o de un racismo del brasileño.

“La inmensa mayoría de los votantes del candidato del PSL no es machista, racista, homofóbica ni defiende la tortura. La mayoría de ellos ni siquiera son bolsonaristas. Bolsonaro surgió de aquí mismo, del campo de las izquierdas. Surgió de nuestra incapacidad para hacer la necesaria autocrítica. Surgió de la negativa a conversar con el otro lado. Surgió de la insistencia en la acción estratégica en detrimento de la acción comunicativa, lo que nos llevó a demonizar, sin intentar comprender, a los que piensan y sienten de modo diferente” añade Bertoche.

Llama la atención lo que afirma el intelectual brasileño: “Las mujeres votaron más por Bolsonaro que por Haddad. Los negros también votaron más por Bolsonaro que Haddad. Una cantidad enorme de gays votó por Bolsonaro. Para Bertoche, la candidatura de Haddad mostró que la izquierda “no aprende de su errores”.

“Estamos equivocando el blanco” le dice el intelectual Bertoche a sus camaradas. “El problema no es el elector de Bolsonaro. Somos nosotros, del gran campo de las izquierdas. El elector no votó a Bolsonaro porque él dijo cosas detestables. El voto a Bolsonaro, no nos engañamos, no fue el voto a la derecha: fue el voto anti izquierda, fue el voto antisistema, fue el voto anticorrupción. En la cabeza de mucha gente (aquí y en los Estados Unidos, en las últimas elecciones), el sistema, la corrupción y la izquierda están ligados. El voto de ellos aquí fue el mismo voto que eligió a Trump allá”. Y los pecados de la izquierda de allá son los pecados de la izquierda de aquí, del país de la samba, enfatiza Bertoche.

Con mayor agudeza, el intelectual izquierdista brasileño señala que “Bolsonaro tuvo los votos que tuvo porque evitamos, a toda costa, mirar nuestros errores y cambiar la forma de hacer política. Nos quedamos atrapados en nombres intocables, incluso cuando demostraron su falibilidad. Adoptamos el método más podrido de conquistar mayoría en el Congreso y en las asambleas legislativas, por haber preferido el poder a la virtud. Corrompimos los medios con anuncios de empresas estatales hasta el punto en que los medios pasaron a depender del Estado. Y expulsamos, o llevamos al ostracismo, a todas las voces críticas dentro de la izquierda”. En buena cuenta, para el intelectual brasileño, Bolsonaro es un parto provocado por la izquierda corrupta del PT brasileño.

“Nos engañábamos con los éxitos electorales, y nos convertimos en un movimiento de la élite política”, añade Bertoche. “Perdimos la capacidad de comunicarnos con el pueblo, con las clases medias, con el ciudadano que trabaja 10 horas al día, y pasamos a engañarnos con la creencia en la idea de que toda movilización popular debe ser estructurada de arriba hacia abajo”, precisa el filósofo. “La propia decisión de lanzar a Lula y a Haddad como candidatos muestra que no aprendemos nada de nuestros errores. O lo que es peor, que ni percibimos que nos estamos equivocando, y ponemos la culpa en los demás. ¿Dónde están las convenciones partidarias lindas de los años ochenta? ¿Dónde están las corrientes y tendencias lanzando contra precandidatos? ¿Dónde están los debates internos? ¿Cuándo fue que el partido pasó a tener un dueño? En suma: las izquierdas envejecieron, enriquecieron y se olvidaron de sus orígenes”, señala con crudeza y con cierto lamento Gustavo Bertoche.

“Lo que nos quedaba fue la creación de eslóganes que repetimos y repetimos hasta que pasamos a creer en ellos. Solo que esos eslóganes no prenden en el pueblo, porque no corresponden a lo que el pueblo vive. No basta con llamar al elector de Bolsonaro “racista”, cuando ese elector es negro y decidió que no votará nunca más por el PT. No basta con decir que la mujer no vota por Bolsonaro, cuando la mujer decidió no votar por el PT de ninguna manera. No, amigos, Brasil no tiene 47% de machistas, homofóbicos y racistas. Calificar a los votantes de Bolsonaro de todo eso no va a resolver nada, porque el engaño no va a prender. El elector medio no es nada de eso. Él solo quiere que el país no sea gobernado por un partido que tiene un dueño”, agrega Bertoche.

“Hay una ola Bolsonaro, pero podría ser una ola de cualquier otro candidato anti-PT. Yo sospecho que Bolsonaro surfea en esa ola solo porque es el más antipetista de todos. Y la culpa del surgimiento de esa ola es nuestra, exclusivamente nuestra. Y continuará siéndolo hasta que consigamos hacer una verdadera autocrítica y traer de vuelta a nuestro campo (y para nuestros partidos) una práctica verdaderamente democrática, que es algo que perdimos hace más de veinte años” insiste Bertoche.

“Hablamos tanto en defensa de la democracia, pero no practicamos la democracia en nuestra propia casa. ¿Es que olvidamos su significado y transformamos también la democracia en un mero lema político, en el que lo que nuestro es automáticamente democrático y lo del otro es automáticamente fascista? Es hora de utilizar menos las vísceras y más el cerebro, amigos. Y los eslóganes hablan a la bilis, no a la razón”, concluye lapidariamente Gustavo Bertoche Guimarães.

 

Neptalí Carpio
02 de noviembre del 2018

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